Diario de León

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Concentrado frente al Congreso en 2020, un manifestante de la Asociación Española de Abogados Cristianos levantaba una pancarta que rezaba (nunca mejor dicho) «Yo moriré cuando Dios quiera». Reedita esa foto El País al hacer público que, dentro de los sanitarios (médicos, enfermeros y farmacéuticos, unos 700.000 en España), los que se han inscrito hasta finales de 2022 como objetores firmando la cláusula de conciencia ante la aplicación de la Ley de Eutanasia ascienden a 9.384, lo que supone sólo un 1,3% que puede considerarse estadísticamente despreciable, y de los que más de un tercio son de Madrid, dato curioso.

Sócrates, que anda ya en esas edades en las que el ulular de la lechuza es mal presagio, soltó un suspiro de alivio viendo que no corre mayor peligro el derecho que siempre defendió costándole más de un disgusto ya de joven al defenderlo en su cátedra o con escándalo público en aquel polémico artículo en «Triunfo» el 24-10-1969, «Propietario de mi muerte». Una buena muerte. ¿Puede pedirse algo mejor, sobre todo si es después de una mala vida?, nos preguntó Sócrates, ¿no claman aquí por ello desde hace siglos las penitentas y procesionantes arrastrando los zapatos y las notas del melancólico cántico del domingo de Ramos «Dainos, Señor, buena muerte por tu santísima muerte»?... ¿Y dice ese abogado «Yo moriré cuando Dios quiera»?, repitió el profesor. En ese caso, cuando se ponga malo (y Dios quiera que no sea zurriagazo hepático o ictus que te deja lelo), debería acudir a la parroquia y no a un hospital, es decir, a ver qué le tiene Dios previsto y no ir al quirófano donde la mano cirujana es la que le aplaza el morir contraviniendo seguramente los planes del Señor. Y porque empeñarse en aplazar la muerte a lo tonto o por lo cruel no es humano. Si la inmensa mayoría de sanitarios, hartos de ver muertes ignominiosas, no objeta el derecho a una buena muerte, es por no poder ver en el tormento inútil o atroz la mano de Dios, su voluntad. Ah, y porque aplazar la muerte con alto gasto médico también es un gran negocio.

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