Diario de León

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Me admira Peridis en tantísima cosa, que no sabría por dónde empezar: su agudeza como humorista gráfico le agranda como inmejorable analista del afán político y la actualidad (no es casual que sea la única firma histórica que pervive cada día en las páginas de El País desde su fundación); su talla como arquitecto de patrimonio histórico le encumbra (su gran enciclopedia sobre el románico o la restauración del monasterio de Santa María la Real en Aguilar de Campoo, por ejemplo, son hitos insuperables); su compromiso con la sociedad y su tiempo le hacen impagable y de adeudado reconocimiento (inventó las «lanzaderas de empleo» hace décadas para dibujarle futuros a una juventud marginada del trabajo); su agilidad narrativa como escritor sorprende y encandila (como sin querer nos ha enriquecido ya con cinco novelas que navegan en múltiples ediciones)... y su bondad y su humor los convierte en dos poderosas armas de pacificación masiva, porque nadie como en él se constata que el humor es el hijo predilecto de la inteligencia, y la bondad, hija de un corazón que se asombra aun cuando la edad declina y pese a una vida que propina zurriagazos demoledores. En fin, poca gente habrá de la que puedas decir buena-buena como de Jose María Pérez, «Peridis», nacido lebaniego, crecido palentino, español como pocos y universal en sentimiento, vocación y proyección. Y si tienes el privilegio de que te acoja en su amistad, no encontrarás mejor fuego para templar el alma.

El jueves vino aquí a presentar su última novela con la que de nuevo ha sorprendido con su talento de escritor ducho y ocurrente, «El cantar de Liébana», tan preñada de saberes, datos, historia (Peridis tiene una inagotable biblioteca en su cabeza) y peripecias, siendo además un libro con santos, aunque sea un Beato el hilo conductor, pues primorosamente lo ilustra e ilumina con sus propios dibujos, novela de la que no quiero contarte más porque ya te veo corriendo a comprarla y gozar leyéndola... y de la que sacarás una rotunda conclusión: Peridis sabe.

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