Diario de León

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La teoría de los agujeros de gusano alimenta la fantasía de los viajes en el tiempo desde antes de que Marty McFly se montara en el Delorian. Pero, tras admirar la vuelta a León de Fernandisco y Chimo Bayo, la hipótesis apoyada en la física le gana terreno a la ciencia ficción. El retorno de los makineros alimenta la coartada para que la política nos convenza de que las promesas que alfombran el prólogo de las elecciones vienen de ayer. El vórtice espacio temporal se abre para tender el puente que conecta los principios de siglo con una realidad paralela en la que la ampliación de San Marcos se afianza para mañana, los trenes de Feve salieron el jueves por última vez de la estación de Padre Isla, Cinema Paradiso corrió para siempre el telón del Emperador este fin de semana y la autovía Ponferrada-Orense se estrenó sobre el papel el lunes después del café. Sin sonrojo, los 1.500 millones de euros adeudados en promesas se desperezaron esta semana por parte del Gobierno, ministros menguantes por medio, como si no hubiera pasado el tiempo. ¡Jua! ¡Ju-já! ¡Chiqui tan!

El revival noventero invita a una estrategia en la que reivindicar a medio y largo plazo. Si se compromete ahora la redacción de los estudios de los proyectos que suman más de 20 años en el listado de reclamaciones leonesas, convendría adelantarse esta primavera en la definición de las iniciativas que necesitaremos para 2050 como pronto. Siempre hay tiempo para volver atrás o saltar adelante por los agujeros de gusano horadados por el Gobierno, igual ahora con el PSOE que antes con el PP. El horizonte se pliega desde Madrid, mientras en Valladolid el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, intenta convencernos de que el frame de la imagen parada por el VAR no muestra la peineta con la que despachó contra la oposición su soberbia en las Cortes autonómicas, sino un dedo corazón levantado para colocarse sobre el puente de la nariz las gafas que llevaba en los noventa. 

Todo vuelve, como nos muestran los makineros con sus éxtasis y sus ácidos, sus mandíbulas dislocadas y su bakalao de bases repetitivas, sus chándales de colores y sus zapatillas de muelles. Chimo Bayo tituló su autobiografía con una excusa: No iba a salir y me lie. La mayoría de los que gobiernan y los candidatos que se presentan tampoco piensan salir. Por eso se lían con las promesas.

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