Diario de León

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Hay que echarle un par de hombros para pujar en el Sacramentado. Hay que tomar una buena bocanada de aire para enunciar completa la denominación de la cofradía. Hay que mirar la calle con un iris de color de pétalo para comprender por qué hoy todavía se guarda el capillo, que es la hora de los capirotes en azul marino. Hay que contener las palmas cuando el paso largo y el paso corto se entremezclan.

León tiene un color especial. Sevilla trae a la capital del otro puente de Triana buena parte de su esencia.

La Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los Leoneses, se pone en la calle esta tarde. Como desde hace tres décadas, que se cumplirán el año que viene. Como todos esos sábados de pasión y compasión.

Comparte cartel con el Sepulcro, que hoy admite a sus nuevos hermanos. Con mucho mimo. Con todo el cariño del mundo.

El que le profesa la penitencial de sangre y luto a Nuestro Señor Jesús de La Redención. Los hermanos de la Divina Gracia y del Ecce Hommo también besan los pies de su titular y se reúnen luego en el patio de Las Carbajalas.

Sonarán de lejos los ecos de San Claudio. Las cruces de La Bienaventuranza salen a la calle tres cuartos de hora antes de lo tradicional, es a las 20.30 este año. Los hermanos del Crucificado Moreno penitencian cuando se oculta el sol.

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