Diario de León

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Nunca entendí aquella canción infantil, de corro, que sin embargo entonaba con ganas y me hacía crecer en la imaginación... ‘Quisiera ser tan alta como la Luna... para ver los soldados de Cataluña... ‘ A menudo cambiaba soldados por estrellas. En realidad, tenía más lógica que siendo tan alta como la Luna, viera las estrellas, de Cataluña o de Andalucía... Que tampoco sabía yo que no había mucha diferencia.

Aquella canción de corro, de comba o de pelota para mí tenía un significado personal. Era el sueño de crecer. Ni me interesaban los soldados ni, mucho menos, servir al rey. Vivíamos en el comienzo de la era espacial y en el final de un mundo que empezó a desaparecer cuando la puerta del taxi que nos llevó hasta León se cerró con mi sonrisa pegada al cristal de la ventanilla.

Todo era creciente como la Luna cuando se prepara para mostrarnos su cara redonda y llena; era creciente como el dolor que desfila por las calles vestido de negro durante una larga semana, hasta que la primera Luna de la primavera torna las lágrimas en flores y llega la Feliz Pascua Florida, que acontece hoy.

El canto a la Luna era el sueño de ser mayor en un tiempo en que la infancia parecía eterna y en una época en la que nos enseñaron a creer que todo podría crecer hasta el infinito. El progreso no tenía fin y nos empezamos a mover en aviones para trotar por el mundo mientras desaparecían los burros de las norias y se trancaban las viejas puertas de las casas de tapial y adobe.

Han pasado los años y las lunas. Las guerras y el tiempo de las industrias y de las luchas. Crecí a una altura modesta, holgada para mi época. Y ahora siento que el crecer es un sin sentido. Porque me he hecho mayor, sí, y ya solo tarareo alguna canción mientras conduzco. Pero, no es eso, crecer en la sociedad actual es un poco suicida. Siempre lo fue. Ahora no quedan recursos y se sigue hablando de crecimiento en la economía cuando sabemos que lo único que nos salvará es decrecer. Consumir menos. Vivir más.

Este cambio no lo va a hacer ningún ministerio de transición ecológica. Menos aún si el plan es sembrar el campo de placas solares para alimentar una planta de hidrógeno para exportar a Alemania. La transición ecológica es un cambio de paradigma tan revolucionario que supone aplicar el progreso a esos territorios que se quieren sacrificar en pos del progreso de grandes corporaciones con jugosas cuentas de resultados. La transición ecológica es un cambio en las relaciones del ser humano con su entorno, de tal calibre, que cualquier decisión debería pasar por todas las personas afectadas. Supondría asumir, de forma consciente, que tenemos una responsabilidad real para evitar estrellarnos de tanto crecer.

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