Diario de León

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El otro día, escuchando un programa de radio, el desafío era averiguar cuál de las tres noticias que exponía el presentador era falsa. A cual más increíble y surrealista, el reto  no parecía fácil y el acertar era más cuestión de pura chiripa que de lógica. La más extraña de las tres relataba que en una laguna india, un hombre perdió su móvil de última generación y la idea para recuperarlo fue vaciar la laguna hasta encontrar el teléfono. Y era cierta. La que podría parecer más real, dado los tiempos que vivimos, era sobre una chica que se había enfadado con su madre porque esta última la había suplantado durante un examen y había suspendido. Raro, pero tampoco increíble. Era la noticia falsa. 

Cuento esto porque resulta complicado saber lo que es verdad y lo que es mentira ahora que la delgada línea que separa lo real de lo fantástico es más fina que nunca. 

Cualquier cosa puede pasar y lo que antes parecía imposible, ilógico o surrealista ahora puede acontecer perfectamente. Y no me refiero a avances positivos como los de la ciencia o la tecnología, que esos han venido a  hacernos bien y a contribuir a nuestro progreso como humanidad. Hablo de aquello que antes no pasaba y que ahora pasa casi hasta con normalidad y ante el asombro que todavía, a estas alturas, somos capaces de experimentar. Por suerte. Si han leído ‘Educar en el asombro’, sabrán que la capacidad de esta emoción es positiva desde bien pequeños porque tiene que ver con el descubrir y con tomarse el tiempo necesario para sorprenderse. Pero el asombro ya no se lleva y uno, ya curado de espantos, puede creerse que los burros vuelan porque  hasta  un virus infectó a medio mundo y nos encerró en casa durante semanas no hace tanto.

Y yo, que me lo creo casi todo, discurro lo complicado que es hoy en día discernir entre mentira y verdad, entre real e irreal, con todas las cosas que pasan a diario cerca o lejos de nosotros. Porque, aunque no lo experimentemos en primera persona, le pasa a alguien, cerca o lejos, da igual, pero pasa. Hay guerras, noticias increíbles, gente desquiciada y desnortada aquí y allá, haciendo cosas increíbles para bien, pero también para mal. Porque hoy, la mentira más grande puede convertirse en realidad.

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