Diario de León

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Al chopo lo llamaban los romanos pópulus , pueblo, por ser árbol popular y de humilde madera o quizá porque a esta especie le gusta hacerse población en su andar silvestre. A Ortega y Gasset le fascinaban los chopos que como escolta acipresada veía alineados en estas carreteras que cruzaba cuando vino pidiendo el voto de diputado a Cortes constituyentes en 1931, lográndolo por Valderas (curioso, proponía entonces la unión urgente de León con Castilla , única solución para hacerse región fuerte en similitudes y contrarrestar así nacionalitis y secesiones que iniciaban entonces su virulencia). También a Jovellanos le flipó la arboleda que sitiaba a esta ciudad, chopo negral lo más, sauce palero en sebes y negrilla por doquier, chopo que no era tanto chopera como lindero o sombra de presas o acequias.

El plantío (plantación) vendría después, en los 50, con un plan nacional del franquismo iniciado precisamente en la ribera del Esla obsesionándose en robar ríos, intolerable invasión en tantos casos hoy, monocultivo que devora márgenes, sotos, saucedas, alisedas, pedreras, bardales... algo que insisto en considerar como la mayor salvajada medioambiental perpetrada en León (comparando tamaños, Riaño se queda en pecadillo), sin que se haya visto mayor batalla ecologista o intelectualidad sensible tan atenta a causas firmando manifiestos (¿y las asociaciones de pescadores?; su inacción duele aún más; ellos, mejor que nadie, palpan y miden el delito; ¿y les da igual?).

En León, los chopos de siempre eran tres: el blanco (álamo), el temblón y el negral. Después vino el lombardo, el canadiense, el belga... y hoy proliferan clones de toda estirpe. Pero antes (mirad fotos antiguas), al disperso chopo negral lo hacían ciprés ramoneándolo para forraje invernal, varales de pura lanza retando a las nubes. Ya no se ven, lo mismo que aquellas chopas de corto fuste podadas cada año y hechas muñón. En fin, la urraca elige chopo para su alto nido. Hoy los urracos lo ponen al pie dejando aquí una limosna para que sus dineros vuelen lejos.

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