Diario de León

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En estos tiempos inciertos en los que nada es lo que parece (o sí, depende) y todo puede pasar, es más necesario que nunca creer. Vivimos en una sociedad descreída que hoy piensa una cosa y mañana otra, pero sin salirse casi nunca del guion de lo que toca en cada momento, ajenos a que somos manipulados constantemente sin apenas darnos cuenta mientras pensamos que tenemos todo controlado. ¡Qué gracia!

Creer se vuelve imprescindible para ser los dueños de nuestra propia existencia y seguir la línea vital marcada por nosotros mismos sin tanto despiste porque en cuanto te descuidas un momento te la quieren meter doblada para que defiendas esto o lo otro y te conviertas en un simple mensajero ciego sin apenas fondo en el que rascar. 

¿En qué quiere creer usted? ¿En Dios, en Buda, en un ser superior sin nombre, en que todo es posible, en la reencarnación, en el Real Madrid, en la ciencia, en el más allá...? En lo que se le antoje, pero defínalo usted mismo y déjese de tanto hacer caso a los demás. Crea en algo y siga esa línea sin dejar a un lado la posibilidad del cambio, porque también es necesario. 

Me produce cierta angustia la gente que dice no creer en nada porque es a esa precisamente la más vulnerable. O quienes defienden que si no lo ven, no lo creen. ¿Pero es que es necesario verlo todo para tener la certeza de que existe? Se me ocurren decenas de cosas que no pueden percibir nuestros ojos pero sí otros sentidos que tenemos algo atrofiados por la falta de práctica. Me pasa lo mismo con quienes sólo creen lo que tiene base científica, como si la ciencia ya hubiese hecho todo su trabajo y no fuese haciendo nuevos descubrimientos cada poco. Son ganas de no apostar por nada y seguir absorto en la pantalla. 

Creer es lo que llevó a mi compañero y amigo Pablo Rioja a Medjugorje y el motivo principal de que lograse algo que hace bien poco ni siquiera se le pasaba por la cabeza: escribir un libro; Objetivo Medjugorje. Fue fundamental creer que podía hacerlo, igual que es imprescindible para la humanidad tener fe en lo que sea que quiera. Es una base fundamental para darle asiento a todo lo demás. La fe mueve montañas, dicen, y es verdad porque es medicina para el alma, de eso que necesita más el mundo. 

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