Diario de León

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En La Hiniesta, Zamora al fondo, mediada la tarde, cinco perros de rebaño asaltaron a una joven del vecino pueblo de Roales del Pan cuando paseaba como solía muchas tardes por un camino de Concentración, encelándose en el mordisco a modo hasta matarla y casi desollarla. Así fue como se la encontró su madre con quien antes hablaba por teléfono, pidiéndole ayuda al ver echársele encima la jauría. Cualquiera imaginará que ya no habrá noche en su vida que se libre de la imagen del espanto, ni día en que no maldiga la fatalidad y aún más la inexplicable razón por la que el pastor no estaba para vigilar tales fieras, cuatro mastines y un bastardo. ¿Mastines? Esa fue mi sorpresa. No es el mastín perro que se vea en este tipo de ataques o trances. Su función y conducta han sido perfiladas en siglos para defender al ganado atacando al lobo a muerte, no a personas a las que sólo ha de amendrentar con ladrido por la cuenta que le trae al pastor en las graves consecuencias que de ello se derivan, y obligado como está a tener un seguro de responsabilidad que por lo común no pasa de accidentes de tráfico... ¡pero matar a alguien!... No quiero pensar que ese ganadero (ya denunciado anteriormente) eligiera por su agresividad esos mastines o les embriscara en esa conducta, aunque cabe en lo probable, pero sin duda alguna Paulino, pastor de cabecera en mi perpetuo recuerdo, jamás les hubiera consentido ni el primer indicio. El Manco fue siempre extremadamente celoso no sólo con la pureza de la raza, sino especialmente con la nobleza a imprimir en sus perros. Un año, tras desollar el cordero que comeríamos en caldereta en el chozo de Sancenas, se dispuso a repartir las caídas a los perros, pero el bellísimo y atigrado mastín de su devoción se avalanzó en ansias y, queriendo arrebatarle el bocado, le mordió en la mano y el brazo, ¡su único brazo!... buena la hizo; vaya lo que mostró... y no tardó nada, aun doliéndole lo que perdía, en sacrificar al magnífico ejemplar de sus cariños. Y se explicó: una conducta así no se le puede consentir jamás a un mastín.. ni que la trasmita.

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