Diario de León

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Como la cosa apura al flaquear la contrata en operarios y anda la viña sin viñadores, el debate sinodal que inició la Iglesia hace tres años podría proponer para atajar los históricos vicios carnales de los religiosos y la carencia actual de vocaciones el que las mujeres alcancen el diaconado y que puedan casarse los curas, aunque no necesariamente con ellas, lo que sin embargo podría entenderse como una interesante solución empresarial quedándose así todo en casa... y santaspascuas... y claro está, los críos, de monaguillos, lo que se supone sería un freno a la libidinosa pederastia que tanto está atizando el escándalo en este tiempo... o vete tú a saber, precisó Sócrates, pues ya dicen los propios obispos que el primer ámbito de la paidofilia es precisamente la familia, de modo que no sabemos si el remedio no sería aún peor que la enfermedad.

La iglesia luterana, que en estas cuestiones anduvo más lista o pronta, admitió desde su origen el matrimonio de sus pastores y, entre anglicanos, las mujeres han ido alcanzando últimamente rangos en la jerarquía llegando incluso a obispas; ah, y también se acepta ahí la homosexualidad como condición no excluyente. En fin, la propia iglesia católica tiene curas casados y no sólo los sacerdotes anglicanos que ya lo estaban antes de volver algunos al catolicismo del que se escindieron cuando a Enrique VIII le salían los dogmas por la bragueta; o sea, mantienen su status matrimonial como lo hace el cura anglicano David Evans que hoy oficia misas en Tenerife bajo la atenta mirada de su esposa. Y una otra realidad más incontestable: las iglesias copta, melquita, caldea, armenia, maronita y siríaca son confesiones fieles al Papa de Roma y la doctrina católica acepta el matrimonio de sus clérigos, aunque sólo si se casaron antes de ordenarse.

Otro dato: hasta el siglo X el clero, sobre todo el rural, estaba mayormente casado. El celibato lo impuso en el s. XII el concilio de Letrán y la razón de peso no confesada eran los hijos, ¡heredaban bienes eclesiásticos!, letal para los objetivos de la empresa. Tate.

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