Bautismo de fuego

Nos han dejado una provincia preciosa. Ya saben, todos los políticos que el miércoles se bajaron en León para preguntar dónde estaban sin salir de las penumbras del subterráneo que escarbaron para que los madrileños lleguen a Asturias en tres horas. Perdimos la oportunidad de demostrar que existimos cuando cambiamos las vías por la cuneta. ¡Qué cobardes somos! Ahora que están a punto de amnistiar a los encapuchados del tsunami democratic que quemaron Barcelona nos ponemos remilgados y seguimos con los carteles para que vean que los de León somos gente educada, que no hacemos ruido ni molestamos al poderoso, el que viaja en tren sin saber muy bien dónde va. 

Pero habría que pensar en los vecinos de la montaña, sin agua para siempre, en los de Trobajo del Camino, sorteando la cicatriz con la que el viaje al futuro que nunca nos llega saja/sajará para siempre la ciudad metropolitana, en los del Bierzo, descolgados del resto de España, eternamente olvidados... Diez minutos duró el besamanos, diez minutos para demostrar, por si a alguno no nos había quedado claro, que no somos más que un estorbo mal colocado, un agujero sin luz ni aire, que no hay nada que revele mejor el concepto de país que la perspectiva desde la que se disparan las fotos. La nuestra la hacen en un sótano.

El mejor titular del año lo puso Luis Urdiales . La Variante se bautiza con el agua de León . Amén. El desarrollo de España se nutrió de los muertos que se quedaron en los bosques de carbón del vientre de la tierra, tantos que ni siquiera sabemos cuántos, las industrias de Valladolid se mueven al ritmo de la desertificación de la provincia, los miles de paisanos que dejaron sus vidas prendidas del sacrificio de ríos deshonrados riegan las subvenciones de la PAC para el campo de la meseta.

Hemos conseguido que las palabras no signifiquen nada y los eslóganes se olvidarán pronto. Cuando nos demos cuenta de que nunca habrá tempero seremos capaces de iniciar la vida fuera de esta provincia arrasada por bellacos y arribistas.