Diario de León

Creado:

Actualizado:

Recomienda Javier Cendón a Enrique Reguero que no se meta en política, que eso es cosa de la jerarquía y no le conviene. Sólo le ha faltado decirle que la consigna ideológica que desde el partido tratan de inocularnos a todos no casa con sus veleidades en defensa de León. Para eso, ya están los mayores. Además, desaconseja a las juventudes socialistas no dejarse llevar por las heterodoxias y aplicarse a la fe del politburó. ¿Hasta dónde llegará la deriva de sumisión con la que tratan de adocenar a la sociedad? La orden del secretario provincial me sonó al lorquiano —¡Hasta que salga de esta casa con los pies adelante mandaré en lo mío y en lo vuestro!— como síntoma de que el debate intelectual que una vez hubo en el socialismo es hoy una caricatura menguante, cóncava, vacía...

Lo malo de tener que criticar tanto es que llega un momento en que se te pone cara de limón y a Javier Cendón no le pega. Por otro lado, ya saben lo que decía el Padrino a su hijo: Debemos tener cerca a los amigos, pero más cerca aún a los enemigos. No hay que tener miedo a la contaminación porque es la mejor manera de cogerle el pulso a los disidentes. Si no, que se lo digan al espía que los indepes trataron de empurar por meterse en la cama con el enemigo.

Ahora se lleva la doctrina que defiende una lucha sindical alejada de los derechos de los territorios y vanguardia de los colectivos, un juego semántico que no se corresponde con lo que se pretende en realidad.

De pequeños nos enseñaban que hay que hacer causa común entre lo dicho y lo hecho. Lo contrario se llama hipocresía, desorientación intelectual de la que Bertrand Russell abominaba: «La humanidad tiene una doble moral: Una que predica y no practica y otra que practica y no predica». El mundo está cambiando de manera tan vertiginosa que no sabemos muy bien a qué atenernos. Por eso, cada vez son más los que no encuentran el lazo con el que atar el comportamiento a su pensamiento aunque sepan, como Javier Cendón, que en la música del universo no cabe la hipocresía ni la vaguedad del discurso.

tracking