Diario de León

Rafael Torres

Los hijos de Federico X

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Antes de ser rey, Federico X de Dinamarca ya vivía como un rey. Pero como un rey de Dinamarca, esto es, haciendo cosas no en su exclusivo provecho, sino del común de los daneses que, a lo mejor por eso, parece que le aprecian y se les ve dispuestos a dejarle ser rey una vez que su madre, la reina Margarita, abdicó en una sencilla ceremonia para vivir su jubilación como una reina, pero, se ve que siguiendo la tradición de éstos monarcas hamletianos, sin ser ya reina.

A Federico X no le quedó otro remedio que llamarse Federico. Es cierto que a casi todo el mundo no le queda otra que llamarse como a sus progenitores les pareció bien, pero es que en Dinamarca, para ser rey, se tiene que llamar uno Federico o Cristián, y como éste ciudadano iba para rey desde pequeño, su madre, previsora, le puso los dos para que eligiera cuando fuera rey, y se ha decantado por Federico. Lo malo es que al ser el décimo Federico de la dinastía, la X del diez romano que acompaña al nombre suena a Twiter, pero qué se le va a hacer.

Los daneses, según parece, sienten un mayoritario apego a su monarquía, no como aquí, pero hay algunas circunstancias que podrían contribuir a explicar semejante querencia. Por ejemplo, que a sus monarcas les gusta ser daneses y, en consecuencia, hacer lo mismo que hacen los daneses, y eso, en el caso de éste Federico X, llevar a sus hijos, a los cuatro que tiene, dos chicos y dos chicas, a un colegio público, igualmente no como aquí. Ese pequeño detalle, tan trascendente, explicaría por sí sólo la concordia danesa entre la Corona y los súbditos, que por cosas como ésta no se sienten, ni son, súbditos, sino ciudadanos libres.

Aquí, lamentablemente, no ya los reyes, sino cualquier mindundi que vive de lo público, lo primero que hace es llevar a sus hijos a un colegio privado, lo más privado posible, y si se ponen malos, a la sanidad privada, lo cual no sólo es una obscenidad, sino que desvela la causa de que lo público sea en España tan deficiente, pues si se obligara a los que chupan del Erario a usar sólo los servicios públicos, éstos mejorarían, bien que por puro interés egoísta de esa gente sin duda, muchísimo. Algo, pues, huele bien, mejor que aquí, en Dinamarca.

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