Diario de León

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Cansado de que le pongan puertas, el campo desbordó esta semana sus límites para entrar en la ciudad. Los tractores traspasaron sus lindes para recordarnos que, por debajo de Vilecha, por encima de Lorenzana, al oeste de La Virgen, al este del Golpejar, empieza lo verde; no en los Pirineos. León, acostumbrado a vivir de espaldas a su provincia, se encontró de golpe con una realidad que clama por su supervivencia. Frente a la burocracia, el mercado y los grupos de poder, escondidos detrás de coartadas ecologistas que buscan eliminar la competencia de los pequeños y medianos productores para favorecer a los terratenientes y las grandes corporaciones, los agricultores y ganaderos se retreparon a la cabina de los vehículos para reclamar su valor. No aguantan más, gritaron, que la diferencia entre el precio en origen y la factura en los lineales engorde para que se ceben los intermediarios y las cadenas de distribución, mientras les reducen el pago por sus cosechas, les suben los costes de producción, les aumentan las exigencias normativas, les dicen qué tienen que plantar, les condenan a reservar parte al barbecho y les obligan a competir en desigualdad con los países de fuera del marco comunitario. Como para no dar la patada al caldero.

El sistema da una vuelta de tuerca más a la política de la UE que encontró en España un paraíso para el abandono de las cuotas y los beneficios de los labracanes especuladores: se pagó a los paisanos por dejar las vacas y ahora importamos la leche en polvo porque no hay, sin que nadie advirtiera como estratégica la inversión estatal de los cupos. La solución no reside en menos Europa, como atiza la cizaña de Vox, sino mejor, sin perder de vista un planteamiento revolucionario: mantener en los pueblos a los agricultores y los ganaderos sí que es verde. Pero ahora, se les echa en silencio. El mar de fondo se alimenta además con la guerra del agua, que en León debería aprovecharse como recurso estratégico, pero se deja correr canal de Castilla abajo mientras el consejero de Medio Ambiente, Juan Carlos Suárez-Quiñones, desliza que se necesitan más pantanos. Aquí, el esfuerzo; allí, el rendimiento. El negocio está inventado. YouTube y Spotify se enriquecen con la música sin tener músicos, Google hace caja con la prensa sin tener periodistas y el mayor beneficio del campo se queda en cadenas como Carrefour sin que apunten en nómina ni un campesino. Miren lo que compran.

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