Diario de León

AL TRASLUZ EDUARDO AGUIRRE

Si las paredes hablasen

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N unca he hecho una pintada callejera, aunque creo que la columna periodística es el grafiti de la literatura. Eso sí, firmada con foto. Leo que los propietarios tendrán que ser quienes paguen los gastos de limpiar la pared grafitada, según la nueva ordenanza municipal. Los del aerosol estarán contentos, pues su acción tiene algo de adolescente chinchar. Lo justo es que lo pagase quien lo ha hace, ¿no? Y no lo llamemos más arte urbano. El grafiti es en su esencia antisistema, si les dejas la pared del Musac pierde suspense. Les pone la prohibición. En cambio, la pintura mural es encargo que embellece fachadas, barrios y ciudades. «En legal no mola, tronco», me dirán ellos y ellas. «Al loro, a mí diseñar el rabillo de mi eme me llevó cuatro años». Vale, lo cazo, pero si te gustan las emociones estéticas taquicárdicas… ¿por qué no le grafiteas su torre a Trump? Llevaros muda limpia en la mochila, como para los próximos veinte o treinta años.

En un futuro, con la inteligencia artificial las paredes mismas podrán espetarles: «Borja Cascales Lopete…¿por qué no te haces el grafiti en el colodrillo?». El día que las paredes hablen se acabó el asunto, pues ha de haberlas de lengua viperina. «¡A mí en el lomo no me escribes esa macarrada!». A ver si para el siglo XXIII.

Otra solución podría ser inventar el grafiti efímero, que como la grabación de Misión Imposible se autodestruya en cinco segundos. Pero intuyo que el grafitero lo que busca es perpetuarse en nuestra calle o en cualquier otra superficie que no sea suya, para que nos acordemos de él. De él y de su árbol genealógico, que no tiene culpa. Pero no es justo que la limpieza la paguen las víctimas. Me temo que esto puede crear situaciones de injusta tensión en los barrios, con todo aquel joven que lleve sudadera. De momento, no llamemos más artista urbano al mero gamberro.

Ay, si las paredes hablasen, no serían los perros los únicos que enmudecerían de bochorno, pero tampoco solo los del spray. Si hablasen habría que reescribir la historia de la Humanidad. «No me tiren de la lengua, que me conozco». Hale, grafiteros y grafiteras, a por la torre Trump. Os recuerdo que a los gorilas y a sus dóberman les debéis hablar en inglés sin acento.

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