Diario de León

EL MIRADOR. JUAN FRANCISO FERRÉ

Anestesia

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A nestesiados, así es como vivimos. Y por eso no reaccionamos ante nada. Anestesiados y narcotizados, sumisos a las demandas del poder e inermes frente a las amenazas de sus enemigos. El problema de la droga es el agujero negro de las sociedades occidentales. El consumo de estupefacientes para hacer soportable la existencia, o para realizarla al máximo nivel de potencia, y el tráfico ilegal generado por la prohibición. Es uno de los fenómenos más complejos y perniciosos de la vida contemporánea y no se resuelve con golpes de pecho, escándalos mediáticos o discursos morales.

La tecnocracia estatal es incapaz de enfrentarse con eficacia a su dimensión transnacional y su arraigo local. En los años ochenta y noventa, los partidarios de la legalización de las drogas y el control de su cultivo y distribución estuvieron a punto de ganarle la batalla política al narcotráfico en los organismos internacionales. Hoy todo el mundo da por perdida la guerra sin poder evitarla. El narcocapitalismo, como lo llama el filósofo Laurent de Sutter, es el factor «narco» del capitalismo global.

Un supermercado ilegal en el que los ciudadanos se dopan con sustancias compradas a redes mafiosas a las que, por otra parte, combaten en vano con sus impuestos, leyes y policía. Es una incongruencia peligrosa. La anestesia colectiva es uno de los efectos principales de este mecanismo perverso. La complicidad entre poderes corruptos y narcos violentos es tan beneficiosa para ambas partes como el control sobre los cuerpos y las mentes ejercido por los primeros con el soporte de los segundos. Irónica paradoja. Cómo disfrazamos nuestra connivencia con el submundo de las drogas mediante un estéril despliegue de medios policiales y judiciales. Basta ya de imposturas hipócritas. Cambiando de tema, sin salir de España. El balance de las elecciones gallegas es fundamental para comprender la situación crítica del país. Algo grave está pasando cuando el nacionalismo gallego obtiene, pese a todo, tan buenos resultados. Ya no son los intereses polarizadores de Sánchez. Es más profundo. Décadas de mala educación fomentando las identidades autonómicas han logrado su propósito. Destrozar la postiza identidad nacional en nombre de postizas identidades regionales. El proceso no conoce fin. Ya pronto solo nos reconoceremos en las identidades provincianas y, más tarde, vendrá la identificación pueblerina o por barrios. Por qué no. Drogas y nacionalismo tienen la misma raíz milenaria. La necedad humana.

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