Diario de León

Fuera de juego carlos Frá

Deconstruir el conocimiento

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E l dominio del lenguaje es un arma fundamental en el mundo del siglo XXI. La capacidad de manipular lleva en disputa siglos. Literalmente. Hay quien mira hacia el nazi Goebbels buscando las raíces de un arte que, como mínimo, es milenario. Pero esa globalización inapelable que vivimos, para bien y para mal, ha supuesto una hipergeneración de canales que facilitan cauces para que naveguen todo tipo de piratas.

Lo de los hackers rusos en el ‘procés’ catalán, en el Brexit o en las elecciones americanas está probado sobradamente. Y también la extensión de todo tipo de desinformaciones que alteran realidades y doblegan verdades. Del mítico ‘pásalo’ en la víspera de unas elecciones españolas, hasta los evidentes ‘argumentarios’ para echar sal en las heridas del rival... Hay demasiadas cosas contundentes en nuestro entorno a las que dar la espalda sería de tontos.

En los laboratorios de ideas —que luego se aprovechan de esa tontura mayúscula de reenviar mensajes sin una mínima mirada crítica— se ha diseñado un término para intentar minar la estructura mundial actual. Se trata de ‘deconstruir’. Es algo así como un nuevo ídolo a cuyo alrededor danza una especie de secta conspiranoide que persigue acabar con esta forma de convivir en libertades que se ha ido fraguando poco a poco desde la época griega. Son esos que tienen claro qué debemos hacer en cada momento y qué tenemos que pensar todos. Eso es fundamental, ¡todos! Se recrea de algún modo ese mundo que plasmó Kafka en su obra, con ese 1984 orweliano... que pusieron una parte de creatividad a lo que, para verlo más al detalle, sería útil acudir a las crónicas de quienes han vivido y viven bajo las dictaduras que tanto daño hicieron en el siglo XX, y en algunos lugares se han perpetuado durante el XXI.

El filósofo y profesor francés Jean-François Braunstein se ha convertido en algo así como un profeta clamando en el desierto, con toda esa idelogía totalizadora que llama a nuestras puertas para ‘deconstruir’ las bases de la cultura y de la democracia occidental. Lo concreta como «ideología woke: una religión sin perdón». Y es que ataca probablemente a las claves de la civilización humana. Del ser humano. De su afán de mejora, de progreso, de crear un mundo mejor.

Nos piden poner la ‘marcha atrás’... ¿hacia los paraísos del siglo XX? Ufff...

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