Diario de León

Nubes y claros María J. Muñiz

En el feminismo cabemos todos

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S e puede ser defensor de la democracia y los derechos y ejercitarlo desde posturas políticas que están en las antípodas de otras que proclaman luchar por lo mismo. Se puede ser amante del fútbol pero abrazar con terquedad los colores de la Cultural o del Atlético de Madrid y tenerle gato al oponente. ¿Entonces por qué no se puede ser defensor de la igualdad o feminista desde la discrepancia? La lucha contra lacras que deberían estar superadas, y sin embargo amenazan con recrudecerse en el negacionismo de parte de las nuevas generaciones (enquistado en no pocas de las más antiguas), las aspiraciones irrenunciables de las mujeres, que deberían ser las de una sociedad cabal, están más instrumentalizadas que nunca. Y eso es necesario verlo venir, para no renunciar al objetivo esencial, que lo hay. La desigualdad es tan insultante que no admite distracciones.

La marea de fondo por la igualdad no puede sucumbir al pulso interesado de los partidos. Aunque corre más peligro en el empeño por imponer los estereotipos más burdos del feminismo, quizá para tapar las vergüenzas de fondo. En el otro lado, el radicalismo araña la sensatez de la finalidad. Mal asunto.

Ayer se demostró que el objetivo común sigue muy vivo, a pesar del empeño en poner el acento en la división. Es así porque la concienciación sigue creciendo, mas nunca ha sido fácil mantener el pulso de la movilización. Pero no se puede negar el poso. Para muestra, el botón del caso Rubiales. No. Ya nada es lo mismo que antes de 2018.

No hay que estar de acuerdo en todo, la libertad de opinar debe de reivindicarse por encima de todas las consignas. Pero no puede caer en las trampas que ponen zancadillas al avance en lo fundamental. Las cuitas del feminismo y del Día Internacional de la Mujer se siguen con intensidad impensable hasta antes de las huelgas incluso entre los recalcitrantes de la causa. A menudo, dos días para rentabilizar y meses para esquivar. Cada vez pueden menos.

El 8-M no es el Día Mundial de la Tortilla de Patatas (que por cierto, se celebra hoy), ni se trata de elegir entre con cebolla y sin cebolla. Banalizar y frivolizar sólo es refugio de necios y faltos de argumentos. En el feminismo cabemos todas. Y todos. Adelante.

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