Diario de León

Al trasluz Eduardo aguirre

Viva nuestro Miguel

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E staba zapeando, tras haber disfrutado en la paz del hogar con una película sobre una suegra asesina de nueras, cuando vimos en la pequeña pantalla a José Manuel Lucía, quien defendía la candidatura de Cervantes como mejor español de la Historia, en un programa de TVE con ese título. Sonriente, locuaz y preciso. Un talento innato para el espectáculo, para mí que en su primera juventud se le iban los ojos tras la farándula. Qué bien lo hizo. En Pasa Palabra participa cualquiera, basta con tener memoria y haberse zampado antes un Espasa con cachelos.

Pero Lucía tiene además de sabiduría académica varios másteres en el arte de pasárselo bomba. Sus jornadas de trabajo son de 48 horas, una más en Canarias. No solo tiene la suerte merecida de trabajar en lo que ama — la docencia y la investigación—, también es disfrutón per se. Un intelectual de la cultura viva, del pasado o de ahora. Hace tiempo, en León, me habló de la novela que escribía sobre una de las vivencias esenciales de Cervantes; gustará, porque es uno de sus mejores biógrafos y además sabe cómo contarlo. Tiene ya a punto de librería su edición crítica de la poesía cervantina. Le he propuesto que como nuestro don Miguel no salga elegido el español más importante de la Historia nos encadenemos en la puerta de TVE, con nuestras respectivas parejas, la Asociación de Cervantistas al completo y alguna filarmónica manchega. El parchís corre de mi cuenta, el bálsamo de Fierabrás que lo lleven los músicos, pero tampoco es indispensable. Aunque, ¿cómo no va a salir elegido el padrastro del Quijote?

Con una oferta que no podemos rechazar, ni siquiera Avellaneda, Lucía pidió el voto para nuestro Miguel: «por su maravillosa obra, pero también por ser ejemplo de superación». Además, escribió la despedida más bella de nuestra literatura, cuatro días antes de morir: «Adiós, gracias. Adiós, donaires. Adiós, regocijados amigos; que yo me voy muriendo…»

El mejor español de la Historia es entretenimiento inteligente, ese que con su literatura buscó —entre otros retos— el gran alcalaíno: no solo lo que gusta, también lo que nos hace mejores. Gracias, Lucía por tu vital proclama para pedir el voto. Y viva siempre nuestro Miguel, manque pierda.

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