Diario de León

Hojas de chopo Alfonso García

Dignificación de la Literatura

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Hay acontecimientos que se convierten en referentes ejemplares por diversos motivos. Uno de ellos, ya de más que notable trayectoria y consistencia, el Día de las Letras Leonesas que cada año celebra -y subrayo la palabra- el Colegio Marista Champagnat de León, con treinta y cinco ediciones, que se dice pronto, al margen de tres años sin encuentros por la dichosa pandemia que tanto nos limitó. El pasado día 22, última fecha del trimestre escolar, la cita centró la atención en el escritor y periodista Fulgencio Fernández, que deleitó, y en qué grado, a profesores, alumnos y asistentes: la fortaleza de su palabra se enriquece por caminos poco transitados e imprevistos, convirtiéndose en gozo y placer, en una manera única, personalísima de ver el mundo y contarlo.

Al margen de la referencia puntual de cada convocatoria, quizá sean la actitud colectiva y la implicación que exige los elementos que fortalecen el concepto de enseñanza moderna, al margen, o como complemento, de las rigideces de los programas, con frecuencia menos atractivos y rentables académicamente. Deberían prodigarse más, creo, y en todos los campos, actividades de estas o semejantes características. La comunidad educativa se implica en este caso en un trabajo intenso, variado, multidisciplinar, generado desde su propio espacio y sus propios medios. Lo entiendo como conocimiento activo que colma inquietudes y descubre seguramente potencialidades latentes, cuando no vocaciones (Luis Artigue habló de la suya, en buena parte nacida como inquietud en estas aulas).

Nada se deja a la improvisación. Es otro de los grandes valores. Selección, estudio, conocimiento, ensayos, ejecución de lo programado con la exigencia de la disciplina que los planteamientos requieren, una fórmula educativa que pone en escena la responsabilidad personal dentro del compromiso colectivo adquirido. El trabajo en equipo, conjuntando las competencias individuales, es siempre enriquecedor. Solo así puede explicarse la continuidad de este proyecto que dignifica lectura y escritura.

Descender al detalle de cuanto se vio y escuchó durante la mañana marista sería prolijo. Sí decir, sin embargo, que todo estuvo lleno de intensidad, buen hacer, con la elegancia de la sencillez, y emoción. Enhorabuena por ello a cuantos lo hicieron posible. Quizá nunca como ahora necesitemos tanto estos espacios de luz e ilusión.

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