Diario de León

León en verso
Luis Urdiales

La rana que cantó en marzo

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Primaveras de León SL, que fabrican en serie las golondrinas, siempre al día con los giros de los vientos impertinentes que retrasan el vuelo de regreso. Siempre con el billete de vuelta abierto, las golondrinas. Dejan pasar trenes hasta que las calles hierven la gente al punto de cocción, al dente, para que sea del gusto del comensal. La primavera no devuelve platos a la cocina; lo que saca, se come, con el apetito que abre el Sol, los días crecederos, las escenas de cama en la siesta que rompe los brotes de las lilas. De todos los seres vivos, de todas las criaturas de Dios que se han instalado en este rellano que deja pasar las borrascas, y trae el viento rastrero para amontonar hojas en noviembre y secar los charcos del camino en abril, sólo se percataron las golondrinas de que no era buen tiempo para la ropa tendida. Las golondrinas tienen un radar del sentido común incorporado, que lo mismo les sirve para hacer escorzos en la caza y captura de mosquitos y doblar esquinas de farolas mientras sazonan el amor con alfileres, que aventan desde el Kilimanjaro los consejos piadosos de la veleta de las torres leonesas, con la flecha de cabeza de gallo obsesionada con las crestas del cordal. Otra ocasión de oro que perdimos de mostrar León en Fitur con las montañas de Gordón al punto de nieve, y en primer plano, los picos de la Catedral, y el tono pardo de la cuesta de la Colorada, el juez justo y severo que no acaba de dictar sentencia sobre si es Bernesga o es Torío, por el miedo de los políticos a que les abronquen en el próximo congreso federal, con esa mierda de que sois meseta, y meseta moriréis. Van a volver las golondrinas, ahora sí, a tiempo para desplegar los vuelos de reconocimiento que se marcan en correcalles, con la discreción que distingue a las especies avispadas capaces de hacer su vida sin meterse en la de los demás; sin darse un pijo de importancia por saberse admiradas, otra vez, con ese detector del entorno, base de la felicidad. Sólo las golondrinas supieron dejar pasar el bris que llevaba y traía la lluvia, la nieve, que en combinación con el sin cobertura móvil y sin tele no hay falsa primavera que lo aguante. Están que trinan: la rana que canta en marzo, en abril se le hiela el rabo. No robaron el mes. Lo traen las golondrinas.

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