Diario de León

Al trasluz
Eduardo Aguirre

¿Provocación?

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Un hostelero leonés se niega —y con toda razón— a justificarse por instalar un puesto en el festejo conmemorativo de Villalar, que la Junta ha programado en León, como en otras ciudades de la Comunidad. ¿Nos estamos volviendo leotarumbas? Que cada uno haga lo que considere oportuno y en libertad. Toda esta polémica empezó ya mal desde el principio, cuando políticos locales calificaron el festejo de «provocación», un término a todas luces excesivo. Como españoles y europeos vivimos entre dolorosas provocaciones diarias: odio machista y asesino, corrupción impune, invasiones de países, la mentira sistemática, imposiciones tecnológicas, el racismo y la homofobia… la soledad de los ancianos, la imposibilidad de los jóvenes para acceder al empleo y a una vivienda, el menosprecio a las víctimas, el dolor universal… todo esto sí son provocaciones a nuestra dignidad personal y colectiva…. pero no una fiesta, a la que nadie se le llevará de la oreja. Estamos en una democracia y hay cauces para mostrar cualquier oposición. Si hinchamos nuestro lenguaje las palabras no tendrán sentido cuando llegue la hora de utilizarlas con propiedad. Con lo sencillo que es decir: no iré, gracias; o sí iré, gracias. Esta actividad, como cualquier otra institucional, está sujeta a la crítica, pero ha de ser proporcionada. Y llamarlo «provocación» no lo es.

La obsesión de enfatizar todos los mensajes políticos, hasta los menores, lleva a despropósitos verbales. ¿Qué es lo próximo, negar que los torreznos de Valladolid están muy ricos? Al parecer, hay quienes se sienten colonizados por la Junta. Una barbaridad. También he escuchado calificarlo de «afrenta». Pero no puede haberla donde no hay intención de afrentar.

A ese hostelero le deseo que venda un montonazo, en paz y sin sentirse demonizado. Y sin casco. León es tierra de sentimientos críticos, pero ecuánimes; no perdamos un marchamo tan nuestro, que no es docilidad sino justo sentido de la medida. Un poco más de buen leohumor, paisanos. Todos entonamos en la ducha Provocación, aquella del gran Rafael, pero el expresivo cantante siempre ha sido algo proclive a la hipérbole. Además, ¿qué sabe nadie lo que nos gusta o no nos gusta? Salvo las urnas, claro.

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