Diario de León

Cuerpo a tierra
Antonio Manilla

Partidos chambelanes

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La sombra de unas distintas siglas perfila muy bien el contorno del adversario, haciéndolo visible en la oscuridad de la confrontación política; sin embargo, resulta más complicado aceptar que los rivales son quienes están a nuestra vera, que no es exactamente a nuestro lado ni mucho menos de nuestra parte. Cuando dos contendientes están en distintas orillas, pueden tirarse imprecisas piedras, agrediéndose sin hacerse el menor daño; cuando dos enemigos no declarados están uno junto al otro, entonces solo hay lugar para el puñal de Bruto. El navajazo aleve y solapado. La traición silenciosa y profunda que busca el órgano vital, la víscera imprescindible, el fin lento y doloroso. En esas están, sin atreverse a asestar el golpe definitivo, desde hace muchos meses, las dos izquierdas, la de Pedro y la de Yolanda, a la que por simetría de sus apelativos hacia la derecha extrema podríamos denominar la extrema izquierda. Hicieron el paripé en los debates electorales por miedo: por miedo a la derecha conocida y a la desconocida, porque ni cogobernando autonomías como esta de la Unión han gobernado hasta ahora los de Vox. Tanto Vox como Sumar pretendían un cambio de dinastía en sus respectivas ideologías. Poco a poco se han ido haciendo a la idea de quedarse en simples chambelanes.

El espectro político no da para más. La sombra del bipartidismo es alargada y ya se ve que, invocando al voto útil, más pronto que tarde se terminará volviendo al redil de dos partidos mayoritarios y acaso un tercero como bisagra, que puede que ya exista aunque yo creo que todavía se le espera. Hay una verdad histórica que nadie señala: España lleva votando un siglo casi exactamente igual. Busque, por ejemplo, un gráfico provincializado de votos de las elecciones del 36 y comprobará que derechas e izquierdas se repartieron el pastel electoral casi de forma idéntica a como lo hacen hoy. Mitad y mitad, más o menos. Las coaliciones son la excepción de un sistema, la alternancia de antagonistas, que es el menos malo de los sistemas. Y la expresión de que, durante un tiempo al menos, el hartazgo de los políticos condujo a la gente a buscar grietas a través de las que colocar su voto en valores de riesgo con la esperanza de pegar un pelotazo en la bolsa de los gobiernos. La franquicia de Vox y las nostalgias tardorrepublicanas parece que tienen los días contados.

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