Año de la culebra
Nada mejor que una serpiente para que el miedo se nos enrosque patas arriba y nos entre en el espíritu un espanto y un canguelo. Ya la Biblia hace hablar a una de ellas con demonio dentro capaz de tentar y seducir a Eva para que de ahí nos venga todo, dijeron, el pecado original y la condena perpetua de comer pan con sudor de frente (de sobaco hubiera sido peor). Y ahora nos dicen los chinos que este 2025 es el Año de la Serpiente... ¡la bicha!, dirá un andaluz. Aquí, como en Asturias o Cantabria, decimos culebra o también culuebro, culebrón, sierpe... y cuélebre si la cosa se hace mito maléfico, serpiente monstruosa con alas de murciélago que vive en bosques, cuevas o fuentes guardando algún tesoro y devorando hombres vivos o muertos, aunque el cuélebre asturianu tién el viciu grandón de esa raza y ahí come también vacas enteras proporcionando una inmejorable disculpa a Gelón el de Tineo cuando apostó y perdió una jata en mala racha a las chapas (y a medias le creyó la muyer, aun siendo muy temerosa de trasgus y fenómenos inexplicables).
Los chinos asocian a la serpiente con la intuición, la sabiduría, la astucia o el encanto y la relacionan con el elemento fuego, que representa la pasión y la transformación... ¡fuego transformador!... ¿habrá, pues, que tomarse los incendios devastadores de este enero en Los Ángeles como un aperitivo de las llamas que pueda traer y repartir por el planeta este 2025 que ha empezado trepidante con un furioso taconeo en la Casa Blanca poniendo muy negra la cosa con despidos, deportaciones, aranceles y chulerías de crío rencoroso, delirante y sádico?...
De las 3.000 especies de serpientes que hay, ¿cual eligen los chinos para representar este año suyo?... ¿una boa constrictor o una víbora?, ¿una anaconda o una cascabel?... porque habrá que prepararse según el caso. En España sólo hay once, pero tres son víboras, ¿y cual elegirá la colonia china ibérica?... si es posible, que sea una culebrina de agua, esas inofensivas que de guajes cazábamos en el Bernesga y las dejábamos un mes dando vueltas en una botella... y nunca morían hasta devolverlas al río.