Diario de León

Creado:

Actualizado:

La visita guiada por el parador de San Marcos, candidato a mejor hotel con historia para National Geographic, te puede deparar detalles tan precisos (y preciosos) como el olor a alerce a la vez que pasar tan de puntillas por su uso como cárcel «de la Guerra Civil» que quien no conozca un mínimo de historia saldrá de allí ‘in albis’. Una cárcel, ¿de qué? ¿de quién? ¿Una cárcel de la República? ¿O una cárcel del franquismo? El parador de San Marcos es un hotel internacional y es posible que mucha gente, incluso de León, desconozca que esa Guerra Civil se produjo por un golpe de Estado contra la II República y que en León triunfó a los tres días.

El parador oculta la historia de su uso como uno de los grandes centros de represión en su página web y solo los clientes avezados llegarán hasta el punto de la ruta interna que da algún detalle de la magnitud real del campo de concentración (nombre extraído de la propia nomenclatura del franquismo).

De puertas para fuera del parador, que persiste en su marketing de ocultación, la desmemoria cabalga por esta ciudad. La célebre frase ‘aquí no hubo guerra’ se ha quedado grabada a fuego mientras nos inventamos historias peregrinas y podemos pasear por las calles de León casi de mano en mano de la escultura de un papón o de una placa encumbrando a una cofradía.

Aquí no hubo guerra (cosa que no es cierta, porque el frente atravesaba la provincia por el norte) pero lo que pasaba en San Marcos lo sabían hasta los niños y las niñas. Josefina Aldecoa deja constancia del estremecedor descubrimiento infantil de esa cárcel en ‘Mujeres de negro’.

Es desolador ver cómo se borra la historia y que, después de dos leyes de memoria, un ayuntamiento gobernado en sendos periodos por alcaldes socialistas aún no haya colocado un monolito en la plaza de San Marcos para que se explique lo que allí ocurrió entre 1936 y 1940. Que entre 15.000 y 20.000 personas sufrieron prisión y de 1.500 y 2.000 fueron fusilados con sentencia, ‘paseados’ y muchos en paradero desconocido o fallecieron por hambre o enfermedad en el penal.

La única alusión a los campos de concentración que hubo en la ciudad —en Santa Ana, colegio Ponce de León y Hospicio fueron sucursales de San Marcos— ha sido iniciativa de un instituto, el Padre Isla, que participó en un Erasmus con centros de otros países europeos para visibilizar lugares de memoria. El trabajo final fue visibilizar la historia de la inclusa con una placa en el Jardín de Correos, en lo que fue en su día puerta principal.

El olor a alerce del artesonado de la sala capitular de San Marcos se ha superpuesto a todo el rastro de miseria que se oculta en San Marcos. Esta ciudad que fue pionera en derribar el monumento a los Caídos del franquismo, en 1968, para sustituirlo por una columna trajana en homenaje a la llegada de la Legio VII Gemina en el año 68, tiene una deuda con la verdad y con las personas que lucharon por la democracia, ese aroma de dignidad que se pierde en la desmemoria.

tracking