Diario de León

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Leí recientemente que hablar de Torga, que así era esencialmente conocido, es “ennoblecer su tierra leonesa”. Busqué a ver si ella guardaba alguna referencia al personaje, que no encontré, lo que no quiere decir que no exista. Por eso me permito hoy este recordatorio, por si un día pueda quedar en los registros escritos de la memoria humana del territorio. Comenté en su día en estas páginas uno de sus muchos libros, El periodismo en el laberinto (2013) y, aunque no de manera constante, mantuvimos una relación de amistad hasta su muerte (Madrid, 2016), en la que, y como en él fue habitual durante su vida, se mostró siempre austero, humilde y generoso. Por eso fue un personaje muy querido, admirado y respetado en su ámbito profesional y fuera de él.

José Manuel González Torga había nacido en León en 1938. Su padre era notario en Riaño. Esas raíces montañesas le acompañaron siempre, y no en vano se ocupó, entre tantas otras, de algunas figuras del entorno de su infancia, como Antonio de Valbuena, José González, Juan Guereño… Siguiendo la condición profesional de su padre —en alguna ocasión pidió traslado por presión de los maquis—, inició un largo periplo vital que lo llevaría a diversos pueblos y ciudades. Hasta que, periodista —doctor y profesor universitario en la materia—, inició su también larga labor profesional en Badajoz, pasó por periódicos y revistas de contenido económico y agencias, Televisión Española, radio, países iberoamericanos y europeos… Una intensa y fructífera actividad en la que siempre hizo gala de su notable formación humanista, de gran bibliófilo y de hombre de amplísima cultura, que animaba, como buen conversador, con infinidad de anécdotas. Siempre comprometido, fue un periodista riguroso y erudito, de prosa impecable y amena. Lúcido.

Defendió con ahínco el periodismo desde diversas asociaciones profesionales, bien como miembro o como presidente. Su mesura y reflexión le granjearon en todo momento la simpatía y el respeto. Siempre me llamó la atención la tipificación como “periodismo zurupeto” de aquel tipo de comunicación social que viene siendo denominada, de forma discutible, periodismo ciudadano.

La labor de Torga es de notables proporciones. Quede aquí este breve apunte como testimonio. Para evitar, al menos, el olvido.

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