Diario de León

Alfonso García

Toño Morala, gracias

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«... trotamundos de nosotros mismos sin llegar a ningún sitio». Palabras de Toño Morala, el escritor humanista de las raíces, el de Villamoratiel de las Matas, fallecido prematuramente hace poco más de un mes. Y, felizmente, se confundió. Vaya si se confundió. Porque Toño Morala llegó con creces al corazón de cuantos lo conocieron, en ese gesto de cercanía y de permanente saber estar donde quería estar, instalado intelectual y humanamente en los reinos de la dignidad. Ningún mejor predicamento que su propia voz y la actitud vital, que en él nunca estuvieron disociadas porque los principios mandaban sobre las conveniencias. Axioma de ejemplaridad. La historia tiene esas recompensas convertidas en auténticas lecciones de vida.

Quede dicho que escribo por la admiración a la persona desde una doble o triple perspectiva. La primera está vinculada a su condición de reportero sobre las condiciones, modos de vida y costumbres de aquella vida de nuestras gentes en tiempos pasados, que convirtió en un arsenal de información, hoy legado útil, diría que imprescindible: documentos, testimonios, fotografías, cartelería, publicidad… El hombre de la sabiduría vivida y sentida, de la curiosidad como norma y planteamiento, volcó en este proyecto continuado la memoria de los saberes sin adjetivos, que le supusieron, al margen del valor intrínseco, el más importante, el acertado reconocimiento de «La Armonía de las Letras» el 5 de abril de 2018.

A esta labor de búsqueda permanente, de ocupación gozosa añadió la voz propia de sus textos literarios, escritos «para no tener tanto vacío adentro». Antonio Manuel Fernández Morala, que este era su nombre de actas y oficialidades, afirmaba que «conmover y remover las conciencias es clave en la literatura». Instalarse en la utopía como búsqueda de realidades y sueños colectivos es una de las formas más limpias de contemplar el mundo. De ahí la conmoción de sus textos poéticos, siempre cercano el dolor propio y el de los otros, o la sabrosura de sus relatos.

Por encima de cualquiera otra consideración, Toño Morala fue un gran tipo, que, como tal, permanecerá en la memoria. Generoso y lleno de bondad, siempre estuvo dispuesto sin pedir nada a cambio, ese carisma que los dioses conceden a tan pocos. Como ser ejemplo de dignidad y compromiso, la aspiración serena, firme y humilde desde el ejercicio del vivir y su circunstancia.

Gracias, querido Toño Morala, gracias de tantos y por tanto.

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