Diario de León

Violadores, señorías

CANTO RODADO | Son siete jóvenes y una adolescente. Cinco la violan por turnos, uno se masturba mirando la escena y otro no hace nada. La justicia dice que es un abuso sexual porque no ‘hubo’ violencia ni intimidación.

Manifestación en León contra las sentencias contra las mujeres. JESÚS F. SALVADORES

Manifestación en León contra las sentencias contra las mujeres. JESÚS F. SALVADORES

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La chica estaba inconsciente. Los siete tíos no necesitaron amenazarla para violarla por turnos. Cinco la penetraron, uno se masturbó y un séptimo no hizo nada. Lo que debería ser un agravante se ha convertido en una atenuante. El mensaje que trasladan a las chicas es que si beben o se drogan, si no pueden decir no y pelearse con uñas y dientes pueden violarlas a un precio más bajo.

Quemar contenedores es violencia, amenazar a una persona con una navaja para robarle es violencia, forzar una puerta para entrar en el domicilio particular es violencia... La violencia está identificada con mucha claridad en muchas situaciones de la vida cotidiana. Tanto para el común de los mortales, como para el Código Penal.

Sin embargo, cuando se trata de la integridad de las mujeres (y muchas veces, más de las que nos imaginamos, de las niñas y los niños) y de su libertad sexual el concepto de violencia camina sobre tierras movedizas. 

Te pueden preguntar si  aprestaste o no aprestaste bien las piernas, luego que si la falda te subía por encima de las rodillas, después que si ibas tan ‘normal’ por la calle en lugar de ponerte un cartel en la frente con la palabra violada...

Y luego que el juez o la jueza de turno interpreten que te forzaron de verdad. La cuestión es a qué le llaman violencia cuando se trata de violar. ¿Quiere decir que te peguen, te rajen la cara o en el peor de los casos, que te maten? Porque una víctima de violencia sexual, por si no lo saben, señoría, lo primero que siente es miedo por su vida.  

Penetrar una y otra vez a una menor se considera abuso porque no pudo decir que no. Es aberrante 

Yo me pregunto si no es violencia que una adolescente, en estado de inconsciencia, sea vejada y penetrada por cinco tipos mientras otros dos lo contemplan y se masturban. Yo me pregunto si no es violencia que se valgan de su superioridad física, de la fuerza del grupo y de la inconsciencia de la víctima . ¿A qué le llaman ustedes violencia, señores magistrados?

Penetrar una y otra vez a una menor, porque no ha podido decir que no, es abuso. ¿En qué cabeza cabe esto? ¿Cómo estamos protegiendo a las niñas, a las adolescentes? Ayer tuvimos noticia de que en Bolivia moría una adolescente después de haber sido víctima de una violación grupal en Oruro. Habían quedado en una casa para beber. La investigación, tras ingresar la joven en el hospital, determinó la violación.  

Estamos muy hartas, señorías. La justicia está dando demasiadas señales de que no tiene empatía con las víctimas y sí con los violadores. Lo peor es que al legislativo tampoco le ha interesado mucho el tema y nos están contando, a estas alturas de la democracia, que la justicia  tiene coartada. Que la ley está así y los pobres jueces no hacen más que interpretarla al pie de la letra.  Es increíble. Pero resulta que también es cierto.  Los cambios en el Código Penal han aportado más ambigüedad que claridad a la definición de los delitos contra la libertad sexual.

La maraña legal es de tal calibre que ya se planteó la anulación del tipo penal de abuso sexual con la sentencia de los violadores de una joven en Pamplona en los sanfermines de 2016. La realidad es que, dos años después de la sentencia de la manada, no se ha hecho la reforma pendiente. Tienen trabajo, señorías. 

Aunque me da en la nariz que ni este tema, ni muchos que tienen que ver con las violencias machistas forma parte de las prioridades de su agenda política. Sólo se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena. La sentencia de Manresa coincidió con el inicio de la campaña electoral. Nadie llevaba en su programa esta reforma. Ningún partido. Y eso que la vicepresidenta del Gobierno fue clara. Las mujeres no somos Cataluña, aunque en lo que va de año sean ya 50 las oficialmente asesinadas y hasta 1.026 desde 2003.

No se trata de manadas, pobres lobos, se trata de violadores, señorías. 

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