Diario de León

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Es difícil digerir lo que ha sucedido con la ley del ‘solo sí es sí’. Cuando por fin se canalizaba en una ley una demanda social para que los mal llamados abusos sexuales fueran juzgados como agresiones sexuales y que el consentimiento no dependiera de un ‘no’ o una oposición de la víctima, que no está en condiciones de reaccionar cuando es agredida, el primer resultado visible es que la ley podría servir para que algunos agresores vean aminoradas sus penas.

La cuestión es si ha sido un error o un riesgo asumido. Tengo la impresión de que se trata de lo segundo. En primer lugar, porque el Ministerio de Igualdad había sido advertido por asociaciones feministas, aparte de los informes del Poder Judicial, de que se bajaban ciertas penas mínimas y alguna máxima y en segundo lugar porque en el equipo de Irene Montero hay personas de total solvencia jurídica como Victoria Rossel, la delegada del Gobierno contra la Violencia de Género. El artículo 2.2 del Código Penal deja claro que «tendrán un efecto retroactivo aquellas leyes penales que favorezcan al reo...». Es un derecho constitucional. Pero las leyes tienen más dobladillos que un traje...

La cuestión es el alcance de las revisiones de condena que al parecer ha solicitado hasta el toro que mató a Manolete. Que hay base para la interpretación jurídica de la norma lo ha mostrado la Audiencia Provincial de La Rioja se han revisado 54 resoluciones y no se ha rebajado ninguna. En Madrid han trascendido tres aprobadas. El Tribunal Supremo tiene la última palabra.

No hay marcha atrás para la ley en las revisiones. Que no gasten saliva en el PP para otra tomadura de pelo. Otra cosa es para todos los futuros delincuentes sexuales y todas las víctimas posibles, que podemos ser cualquier mujer y, preferentemente, cualquier niña o niño. Es incontestableue se han rebajado los máximos y los mínimos de algunos tipos penales. Los tocamientos pasan de 1 a 5 a 1 a 4 años de prisión y la penetración de 6 a 12 a de 4 a 12; con agravantes, de 5 a 10 a 2 a 8 en los primeros y de 12 a 15 a 5 a 15 con penetración. En menores, de 8 a 12 y de 6 a 12.

La ministra tendría que explicar por qué en lugar de enredarse en cargar contra los jueces, aunque sea verdad, y lo es, que muchos y muchas togadas son machistas. ¿Que queremos ser menos punitivistas? Explíquelo, señora Montero. Explique cómo va a proteger esta ley a las víctimas. Y, sobre todo, hagamos algo para que las mujeres salgamos libres por la calle, de día o de noche, y que los niñas y las niñas disfruten de una infancia en hogares y colegios seguros. La educación sexual y el coto al porno —la fábrica de violadores— en el que se socializan nuestros adolescentes son asignaturas pendientes. Habría que empezar la casa por estos cimientos en lugar de correr con leyes que crean inseguridad y desconfianza en la ciudad y corren peligro de dilapidar la lucha feminista.

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