Diario de León

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Es increíble lo que dan de sí las ocurrencias de los políticos. Siempre están dando que hablar y, la mayoría de las veces, no tiene nada que ver con su buen hacer en el trabajo. Si ya de por sí tendemos a ver la paja en el ojo ajeno con una facilidad pasmosa sin haber analizado antes la viga en el propio, la cosa se pone más tensa cuando son los políticos los que abren la boca. Anécdotas hay a montones sobre declaraciones de mandatarios de todos los partidos cuyas propias palabras les han metido en más de un aprieto. Algunos han sido capaces de rectificar, pero la historia ha seguido estirándose como un chicle pese a los intentos del protagonista de meter el tema debajo de la alfombra, y es que es la parte más entretenida de su función para los que somos espectadores. Eso sí, a ver quién no se ha equivocado miles de veces. Eso forma parte de la naturaleza humana, por suerte, y nos da la oportunidad de aprender de los errores.

Sin embargo, los políticos tienen otro papel, para lo bueno y para lo malo, que cuando les toca el sueldo vitalicio no se quejan. Y lo saben. Nos representan (con muchos matices) y tienen una función pública que no pueden descuidar. Así que hay que ser sumamente cuidadosos con lo que se dice y, sobre todo, con lo que se hace porque una declaración desafortunada puede traer problemas.

La última en salir a la palestra ha sido la ministra de Industria. Aunque no conviene hacer suposiciones, parece que lo que pretendía Reyes Maroto cuando dijo que la erupción del volcán en La Palma era «un espectáculo maravilloso» era que las imágenes de lo que hemos estado viendo estos días son extraordinarias. Y así es, realmente impactante el espectáculo de la naturaleza que está sucediendo en la isla. Ahora bien, eso no quita que sea una tragedia para muchas familias para las que la vida transcurre en las proximidades del volcán. Y, para rematar, la ministra sacó a relucir que puede ser esta una buena oportunidad turística para la zona. Y lo será seguramente, pero ahora no es el momento de hacer esas reflexiones, sino de pensar cómo aliviar el apuro que están pasando los habitantes de La Palma. Es en estas circunstancias en las que se ve en qué están pensando los políticos.

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