Diario de León

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Resulta que, como seres inconformistas que somos la mayoría, muchos a estas alturas no se sienten bien con su imagen. Con su imagen física, me refiero, porque lo que no se ve nos da más igual. Lo importante es el envoltorio, ya saben. El covid ha puesto en su sitio muchas cosas y otras tantas que vendrán. Pero también ha tenido un efecto psicológico del que todavía desconocemos la mayor parte, más que nada porque seguimos inmersos en la bola de información y rumores que genera el virus de forma constante desde hace ya año y medio. Con tantos detalles y tantas hipótesis es difícil poner el foco en lo importante mientras seguimos sumidos en lo urgente.

Durante el confinamiento apenas se nos permitió compartir tiempo con los demás y eso convirtió en esenciales las videollamadas para mantenernos en contacto con nuestro entorno y no volvernos aún más locos. Pero aquello que proyecta nuestra pantalla nos devolvía una imagen de nosotros mismos que no era la que algunos se esperaban. De ahí que haya surgido un nuevo fenómeno: dismorfia de Zoom. El nombre se las trae y parece algo que viene de un lugar lejano, pero forma parte de nuestra realidad más cercana. Las visitas a los centros de cirugía estética se han multiplicado en los últimos meses para intentar ponernos una cara nueva que poco tenga que ver con la que nos ha tocado.

Nos pasamos más de media vida intentando encajar en lo que se supone que se espera de nosotros aunque realmente ni siquiera sepamos de qué se trata. Buscamos pertenecer, que nos admiren por lo que parecemos aunque eso tenga poco o nada que ver con lo que somos. Y ahí está la clave. Nos vemos las arrugas más que nunca y eso nos disgusta. Y ante la falta de filtro que lo mitigue en la calle, pues optamos por el bisturí.

Y está bien querer mostrar un buen físico. Faltaría más. El problema es que, quizás —sólo quizás— convendría reflexionar sobre este asunto. Porque puede que nos demos cuenta de que vivimos demasiado pendiente de nuestra fachada sin tener en cuenta, para nada, de dónde vienen estas necesidades sociales de mostrarnos como no somos. Así podríamos poner negro sobre blanco hacia dónde va esta sociedad tan loca. 

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