Diario de León

Creado:

Actualizado:

Al mutismo de Unidas Podemos en estas últimas semanas algunos lo llaman prudencia. Pero ya se avisa de su final. La tregua concedida por los morados al ala socialista del Gobierno, no por convicción sino ante la necesidad de recuperarse del varapalo del 4-M y de la salida de Pablo Iglesias, se resquebraja con la vista puesta en la nueva etapa bajo la batuta de Ione Belarra. Al socio minoritario le toca despertar. Las diferencias se van acumulando en el Consejo de Ministros y Podemos necesita mover ficha, aunque la personalidad de Yolanda Díaz es diferente a la de Iglesias y no sea de su gusto airear las tensiones internas como fórmula de ganar visibilidad pública. Con todo, el tira y afloja sólo puede ir a más.

La vicepresidenta tercera y ministra de Trabajo, advierten en las filas moradas, «está obligada a marcar territorio». Nadie duda de que debe diferenciarse en el Gabinete, pese a que, hasta ahora, a la gallega se le ha dado un «tiempo de gracia» en el que acumular horas de conversaciones en el patio del Congresos con los periodistas mientras sus filas iban ocupando sus nuevas posiciones.

La política del «buenismo» de la pata más radical del Gobierno no da más de sí. Los acontecimientos colocan a Díaz ante la tesitura de plantarse ante Pedro Sánchez. Le guste o no. La negociación de nunca acabar de la ley de Vivienda sigue abierta, pese a ciertos avances del gusto de los morados, al igual que el compromiso de congelar los precios de alquiler o la nueva subida del Salario Mínimo Interprofesional sin esperar a 2022. El run-run en Podemos es que la táctica de Díaz de «educar» al presidente —tal como dicen los suyos— «sin montar pollos» no va a ningún lado.

Así que parece recobrar fuerza la idea de que vuelven los líos de coalición. Demasiados compromisos que el presidente selló en su día con Iglesias siguen dormidos. Más aún, no parece que haya intención de cumplirlos. Así que Yolanda Díaz, aunque siga encantada con la interlocución cercana que tiene con el líder socialista, sabe que desde sus filas exigen el fin de la estrategia del amén. Quieren todo lo contrario. Si no, las alarmas las van hacer saltar muy pronto importantes compañeros suyos.

Sánchez ha conquistado a Díaz, sin duda, y su promesa de establecer una relación más «ágil» y de «confianza» ha convencido a la designada candidata a las elecciones generales de Unidas Podemos. Sin embargo, a su parroquia se le acaba la paciencia. La bicefalia con Belarra puede complicarse.

tracking