Diario de León

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Pedro Sánchez aspira a presidir la Internacional Socialista. Y, claro, por vueltas que se dé al asunto, desprende tufillo a final de viaje. Suena a iniciativa muy relacionada con la tendencia declinante de sus expectativas electorales. Más propaganda para masticar. Asesores presidenciales llevan meses sondeando apoyos antes de lanzar la candidatura de su jefe, que sustituiría al griego Yorgos Papandreu en el congreso que se va a celebrar en noviembre en Madrid. Sin duda, sería la guinda para la trabajada imagen del presidente fuera de nuestras fronteras. Demasiado tiempo y dinero gastado lejos de nuestro país para algo tan partidista, con las necesidades que tenemos aquí.

Máxime cuando Sánchez pretende concluir su mandato en 2023 exhibiendo la presidencia rotatoria de turno de la Unión Europea. De hecho, su entorno más cercano ve esto como «un caramelo» de cara a la campaña de reelección para La Moncloa. Es el «plan A» del jefe del Gobierno en la búsqueda desesperada por cambiar el rumbo de los vientos en su contra. Sin embargo, algunas voces del núcleo duro no respiran tanta convicción. Avisan: «Lo que va a hacer Pedro es pelear». Ahí se quedan. El éxito es otra cuestión. Y tal máxima glosa el espíritu con el que afrontan la cuenta atrás a las urnas, en medio de un empeoramiento de todas las previsiones económicas. Cuando la marca «Feijóo» triunfa como presagio invencible del PP, entre bastidores del complejo presidencial campan a sus anchas los rumores y los cotilleos sobre hipotéticas salidas internacionales para Sánchez. Sin el freno de mano echado, ha tomado aire la posibilidad de ocupar a lo largo de 2024 un cargo con galones en la Unión Europea. Vamos, un empleo creado «ad hoc» para él. Se trataría de algo centrado en la transición ecológica y la protección del planeta. Así pues, si ciertas gestiones no se frustran, ideas para continuar recorriendo el camino político no le faltan. Las especulaciones se han convertido en parte del paisaje de un mandatario debilitado como Sánchez. Su gente se entretiene en toda suerte de maniobras. De momento, para ser sinceros, fallidas. Como mínimo, no permiten alumbrar seguridad alguna de que superará las turbulencias y logrará gobernar otros cuatro años. A poco que se rasque, ni los más fervientes seguidores del líder socialista se atreven a asegurar que conservarán el poder dentro de 15 meses. De seguir este imparable deterioro, ministros de la órbita socialista dan incluso por segura una desbandada de cargos

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