Diario de León

Antonio Manilla

El palo y la zanahoria

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Pensemos en qué sería lo más probable que tuviera en la mano un campesino de la Edad Media en un momento cualquiera de su vida corriente. Tal vez un tipo de palo, ya que una espada o una cruz no estaban al alcance del ciudadano tipo, sino al de una de las élites ociosas, que eran dos: la nobleza y el clero. Por ociosas se entiende no productivas, que comían del trabajo de los otros, aunque tuvieran sus tareas. Harari viene a sostener en su ensayo sobre el Homo Sapiens que la revolución agrícola —la doma del trigo, el arroz y las patatas— produjo al chamán, ese remoto ancestro del religioso como parte de las «élites sin hijos». Pues el hombre y la mujer que se partieron los lomos para civilizar los campos seguramente se pasarían las horas acompañados por un modesto palo, esa era su tecnología para el día a día. Vivían en lugares donde no tenía demasiada realidad el tiempo, lo importante era el espacio, es decir, la tierra sin más límites que el ancho horizonte enfrente de ellos.

Hoy en día, cuando la posibilidad de convertirse en élite sin hijos está al alcance de una oposición, nuestra herramienta más común es el teléfono móvil, que no sirve para limpiar el sendero, defenderse de algún bicho o apoyarse para evitar una caída. El móvil, básicamente, comunica e informa. Las necesidades del hombre de hoy no son por lo general naturales y por eso cuando un fenómeno atmosférico, como una nevada, sucede, nos encuentra mal preparados para ella. Nuestra herramienta básica de supervivencia, eso sí, nos advierte mediante alguna aplicación de que vienen inclemencias. Casi todo el servicio que nos da nuestra tecnología de mano tiene que ver con el tiempo, lo que pasa y huye, lo cual ya da una perspectiva del acuciante mundo que habitamos, regido por la prisa.

Los teléfonos inteligentes, que, además de sacarnos de algún apuro sirven para comprar, pagar, informarse y mil cosas más, también son capaces de monitorizar cada uno de nuestros pasos, escuchar nuestras conversaciones, informar de nuestros hábitos a esa metáfora del Gran Hermano de Orwell ya presente que son los big data . Se usan anónimamente, nos dicen, como nos dicen que todavía no se han clonado humanos. Pero la tentación existe y el último libro del gurú informático Jaron Lanier se titula Diez razones para borrar tus redes sociales de inmediato .

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