Diario de León

Antonio Manilla

Promesas sobre promesas

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Alos políticos hay que pedirles pruebas, no razones. Son capaces de explicar que una derrota es una victoria y que un fracaso puede pasar por un éxito, pero cuando se abandona el reino de la dialéctica y se entra en el de lo tangible, ahí ya es otro cantar. Entonces salen por las peteneras del optimismo, el ser proactivos y las sinergias, en fin, todas esas cosas que siempre anda diciendo Javier Cendón cuando va acusando a los leoneses de demasiado realistas por tener memoria de todos los gobiernos que tantas promesas han incumplido. Cada vez que dice, por cierto, que Zapatero es el presidente que más ha hecho por León, está admitiendo que Sánchez está haciendo menos, si es que hace algo, a ver si alguien se lo sopla al oído de una vez.

Hechos y no explicaciones es lo que necesita la gente corriente, la que no está abonada a un partido político, la que no se traga ya las promesas sobre promesas con que los dirigentes con algún mando en plaza solventan todos y cada uno de los charcos que la lluvia del vivir va poniendo a su paso. Hechos con plazos de ejecución, claro, como los que el alcalde José Antonio Díez le reclamó al ministro Ábalos en su reciente visita a León, aunque pareció que venía a la provincia sin León en el menú. Pero allí se presentó el edil con voz trémula, sin estar invitado, para realizar el mejor discurso público de reivindicación que uno recuerda, ante los suyos, como siempre debería ser, para que no se duerman en los laureles. Cualquier cosa que reclame a partir de ahora a los otros, a los que gobiernan la Junta, vendrá con el aval de esta estupenda demanda que en cualquier democracia normal no pasaría de ser algo corriente y en la nuestra se tomó casi por una afrenta. Así de politizados están nuestros políticos, así de endiosados. Cualquier sugerencia es protesta, cualquiera que critique es enemigo. Y lo escribe uno que no ha sido precisamente contemporizador con algunas actuaciones de Díez.

Las redes sociales ardieron en aplausos para el alcalde por leonesista cuando nada más estaba defendiendo los intereses de su ciudad. Por encima de su partido, probablemente, como demostró el silencio tenso tras su intervención de los otros cargos domesticados, pero así deberían hacerlo todos, desde concejales a diputados: defender su circunscripción. Fieramente.

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