Editorial | La generosidad con la ciencia que no tiene el Estado

Casi ochocientos pacientes leoneses colaboran con la investigación y ponen su cuerpo al servicio de la ciencia participando en nuevos descubrimientos que pueden salvar vidas. Se trata de una faceta poco conocida por la sociedad, que es fundamental para que la medicina avance y que va a aportar beneficios a toda la comunidad. Es esta la motivación que mueve a estas personas a donar su tiempo y su entrega, que su experiencia pueda ayudar a otros pacientes en enfermedades tan graves como el cáncer o la esclerosis múltiple. Su generosidad pone el foco de atención en uno de los problemas más graves de este país y contrasta con la falta de inversión en innovación e investigación de la que adolece España. Esta carencia ha sido reiteradamente denunciada por los científicos y relega a España a niveles ínfimos en comparación con otros estados como Suecia, Austria, Dinamarca o Alemania. Los expertos ya califican esta situación como un ‘mal endémico’ tan difícil de erradicar como la peor de las enfermedades.

Son estos países con visión de futuro los que cosechan los éxitos y reciben ansiosos el talento de nuestros jóvenes científicos, hastiados de convivir con becas precarias y medios insuficientes. Si salvar vidas no es suficiente incentivo, que lo sea la evidente generación de empleo cualificado, la retención de jóvenes que ya no emigrarían y el hecho constatado de que la inversión en ciencia e investigación revierte en el medio y largo plazo lo invertido con creces.