Diario de León

Editorial | Políticas para que León escape de la decadencia

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El declive demográfico no sólo es una cuestión cuantitativa, sino cualitativa. Este es el quid de la degradación que afecta a la capital y que la convierte en el paradigma de las shriking cities , el mal de las ciudades medianas que suman a la estampida poblacional la baja combatividad vecinal, los elementos degradados, la decadencia del nivel cultural con la huida de los jóvenes cualificados y las políticas locales inadecuadas. León, aspirante a alcanzar los 200.000 habitantes en la segunda década de este siglo, según las irreales predicciones municipales, cae en picado ante la indiferencia y la pasividad de administraciones y ciudadanos. En el futuro próximo nos espera el colapso si no se llevan a cabo acciones de envergadura que deben ser pilotadas desde el espacio público, porque son las administraciones y sus responsables los que con su varita mágica estimulan el desembarco de operaciones empresariales solventes y maniobran para engendrar infraestructuras y corredores en torno a determinados enclaves.

Que la capital está cayendo en la decadencia se demuestra con un paseo por sus barrios, calles en mal estado, falta de iluminación, locales cerrados, suciedad... y en los grandes proyectos inacabados, como el propio Palacio de Congresos y Exposiciones sin solución digna aparente en el corto plazo, la fallida integración del ferrocarril o el parador de San Marcos, al que aún asola la incertidumbre de que su restauración se cierre en falso. El momento es crítico, las bazas son escasas y las fuerzas, como la propia ciudad, son menguantes. No queda más salida que la reivindicación.

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