Diario de León

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Belén Mato Fernández, enfermera de 49 años que formó parte de la plantilla del Hospital El Bierzo, recibió ayer su último aplauso.

Belén había resistido 40 días en la UCI durante los meses de abril y mayo después de contagiarse del virus del Covid 19 y su salida en sillas de ruedas, grabada por sus compañeros, había sido uno de esos momentos emocionantes de los primeros días de la pandemia, cuando los confinados nos reuníamos en las ventanas a las ocho de la tarde para aplaudir a los sanitarios; el colectivo más expuesto.

A Belén la aplaudieron sus compañeros aquel día en los pasillos del Hospital y difundieron en redes el video para levantar el ánimo de otros enfermos. Ayer volvieron a aplaudirle de nuevo mientras sus féretro entraba y salía de la iglesia de San Antonio en Ponferrada, escenario de su funeral. Porque a estas alturas toda la provincia sabe que Belén Mato no ha podido superar las complicaciones de la enfermedad sobre su delicado estado de salud.

Y los últimos aplausos que recibió ayer, con la calle General Vives cortada al tráfico para que los asistentes a la oración litúrgica pudieran mantener la distancia de seguridad, fueron todavía más emotivos. Compañeros, compañeras, amigos, conocidos, se desparramaron por los alrededores del templo para evitar las aglomeraciones. Y estallaron en aplausos.

«No somos héroes, no pretendíamos tener el protagonismo que la pandemia nos ha otorgado, tenemos miedo como los demás, tenemos familia, amigos y compañeros, somos profesionales a los que nos gusta lo que hacemos», decía el martes, durante la ofrenda de la Encina el jefe de Urgencias del Hospital El Bierzo, José Ramón Casal Codesido.

Y no son héroes, claro que no. Son trabajadores —de otra pasta, eso sí— que se desesperan cuando ven que no se cumplen las recomendaciones sanitarias y que no hemos aprendido nada de la pandemia. «La adrenalina nos reanimaba», decía Casal Codesido. Y me los imagino en los pasillos del Hospital, en aquellos días en los que faltaba de todo, desconcertados con la avalancha de ingresos.

Así que Belén Mato, enfermera de 49 años, no es ninguna heroína, por supuesto que no. Lo que debemos preguntarnos es qué somos los demás cuando dejamos de aplaudir.

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