Diario de León

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Recuerdo que hace casi una década todo analista político que se preciara tenía claro que Albert Rivera llegaría a La Moncloa. Quizá eso se haga realidad si se produce un segundo ‘rebrote’ del exlíder de Ciudadanos pero de momento se ha ido a boxes con el coche gripado quizá por querer correr demasiado. Su asalto a los cielos le hizo caer de bruces.

Las soluciones al estilo del cervantino bálsamo de Fierabrás parece que siempre tienen mercado en España. Venden que son un partido que no tiene nada que ver con la política, con los corruptos, con los coches oficiales, con los asesores-amigos con buen sueldo público, con los ‘dedazos’... y rápidamente suben puntos en encuestas y lo que es más peligroso, ganan cuota en las urnas. Su ciclo suele ser corto, quizá para cumplir lo que dice la sabiduría popular, que la mentira tiene las patas muy cortas.

Lo vimos con UPyD, luego con Ciudadanos y últimamente con Podemos. Baste como buena prueba sus más recientes episodios: el dedazo que ha decretado el nuevo organigrama territorial del partido naranja o el parapeto antiJusticia usando los tan odiosos y odiados aforamientos que iban a suprimir en cuanto tocasen poder. Las soluciones milagreras han hecho aguas y la casta de Ciudadanos y Podemos se deja ver sin pudor por los despachos, repitiendo guiones pero incluso elevándolos a unos niveles de descaro nunca visto.

Los clásicos peperos y sociatas, al menos, nos animaban el cotarro político organizando congresos nacionales, autonómicos, provinciales e incluso comarcales o locales para que tomase posesión el que habían decidido desde arriba pero al que, salvo contadas ocasiones, respaldaban las bases, bien prietas las filas. Y si a alguno se le manchaba el expediente lo más normal es que se generase un efecto centrífugo para evitar salpicaduras, poniendo en cuarentena a compañeros a los que —no olvidemos el dato— en incontables ocasiones la Justicia terminó por acabar dando por limpios cuando ya era demasiado tarde.

Los más verdes en todo esto de momento son los de Vox. Se han quedado fuera, en líneas generales, de los repartos de poder, y quizá eso les mantiene vivos en las encuestas frentes a los descalabros de naranjas y morados, que cubriendo ciclo se encaminan al cajón de trastos viejos donde les aguarda UPyD. Vox tocará el cielo con su moción. A ver si saben digerir su atracón de Fierabrás.

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