Diario de León

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En materia de reciclaje poco a poco nos vamos conociendo los vecinos, como en tantas cosas. Por aquello de la reincidencia es fácil darse cuenta de quiénes bajan con cartones, botellas, envases... camino de los contenedores. El problema surge cuando todo ese esfuerzo se diluye al observar cómo ese tacita a tacita no hace granero porque hay otros ‘mayoristas’ que no siguen el mismo criterio. De poco vale que cada vecino baje sus cosas separadas si hay un empleado del macrosúper del barrio que tira sin pudor sus macrocajas de cartón donde mejor le cuadra. O si el hostelero de la esquina vacía sus ingentes cantidades de botellas en el otro ‘verde’, el verde oscuro, al ser el que está enfrente de su establecimiento.  

Esa realidad, que no metáfora, de mi barrio, me parece equiparable a lo de la cumbre de concienciados de Madrid. Han acudido tropecientos activistas, estudiosos y comprometidos con el cambio climático pero faltan los que verdaderamente deciden. Los grandes contaminadores del Planeta (China, India, Rusia y por supuesto Estados Unidos) directamente pasan. Gigantes industriales como Francia o Alemania no han encontrado un hueco en su agenda. Parece que al final todo vuelve a ser cuestión de quijotes. De quienes poco pueden hacer salvo torpezas heroicas como cerrar cosas por la tremenda para luego recibir la electricidad de las nucleares francesas y de las térmicas marroquíes, eso sí, con una limpieza digna de míster proper .  

Lo de la cumbre recuerda al cura empeñado cada domingo en echar la bronca a los que van a misa por los que no están ni se les espera. Más campañas, más concienciaciones.... más de lo mismo para los mismos, los que sí lo tienen claro. Esos protocolos y pactos multiplanetarios seguirán siendo estériles si esto no es cosa de todos. Si cada uno se limita a meter el dedo en el ojo del que le interesa, señalando responsables y tapando al que considera más o menos afín a lo suyo.  

Las pancartas también se hacen de plástico. Y las banderitas. Y tantos envoltorios para encubrir incoherencias y burdos fraudes que empañan algo que en verdad es mucho más importante de lo que nos hacen percibir los que a golpe de oportunismo reciclan cualquier cosa para meterlo al mismo envase.

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