No nos queda nada
No nos queda nada. Uf... Nueve meses hasta el parto de mayo. Esas elecciones municipales y autonómicas que, como ocurre domingo tras domingo con cada partido de fútbol, se aventuran totalmente decisivas. Quizá en esta ocasión sea un poco más verdad de lo normal, pero tampoco se trata de una situación nueva. La alternancia es, desde hace tiempo, la pauta habitual de las instituciones en la Democracia española, salvo contadas excepciones donde no estaría de más un análisis detallado sobre las causas y efectos.
La convocatoria a las urnas de febrero pasado, para votar las Cortes de Castilla y León, alteró de manera sustancial las cosas en la provincia. La ‘mancha’ leonesista creció como nunca se llegó a prever. Pero queda la duda de hasta qué punto esto es algo coyuntural, puesto que la tradición electoral marca en España que los comicios secundarios son los que se eligen para ejercer una foto fija en forma de voto de ‘castigo’ sin mayor recorrido. Las lecturas que se ofrecen, como las previsiones, pueden ser múltiples. El primer cuestionado evidentemente fue el alcalde de León. José Antonio Diez vive permanentemente envuelto en una bandera localista que no atrajo votos hacia su partido. Quizá también se hizo bueno aquí lo de que la gente no quiere sucedáneos. Si se vota localismo, que sea con la boina calada hasta las orejas...
Con este panorama, incierto y volátil, los movimientos se prevén muy intensos, e incluso quizá ya han comenzado con la creación de una nueva plataforma leonesista con clarísimo marchamo político —aunque exhibiendo una foto muy poliédrica— por aquello de pescar en las previsibles aguas revueltas.
A falta de nueve meses se puede entonar el ‘no nos queda nada’. Es todo demasiado incalculable. Por no haber, ni siquiera candidatos en el lado azul en ninguna institución relevante. Tras la barrida de hace cuatro años todo sigue en el aire y aunque hay constantes movimientos, con los cambios en Madrid, se ha hecho especialmente complejo decir quién es quién... de verdad... respecto a los contactos en Génova. Ya se sabe que Feijóo no se casa con nadie...
La batalla leonesista no ha hecho más que comenzar. Nos dicen que más de la mitad de los leoneses apoyan la autonomía por estar empadronados en municipios cuyos ayuntamientos dijeron sí... Mal empezamos si damos por bueno que lo votado en un Pleno lo apoyan todos los ‘súbditos’... Parece propio de otras latitudes...