Diario de León

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Probablemente el fútbol no sería lo mismo sin esas Normas Reguladoras de Competición que se establecen cada mes de junio o julio para la temporada siguiente con todas y cada una de las reglas que precisan hasta el último detalle. Un marco estable, en el que queda determinado entre otras muchas cosas —desde los chupetines hasta los que ganan millones de euros— cómo es cada día la clasificación en función de los resultados ya disputados. Los equipos cuando se inscriben conocen esas normas que son inalterables.

Por contra en otros entes no ocurre lo mismo. Incluso en el deporte. La historia negra de León incluye el episodio de haber provocado el cambio precipitado de las reglas de juego en la ACB una temporada en la que el Elosua lo hacía demasiado bien y ponía en entredicho el reinado de los grandes. Quizá sea una prueba más de que pocas afirmaciones son tan atinadas como el ‘fútbol es fútbol’.

En la presente competición frente a la pandemia resultaría imposible, a estas alturas, precisar en un papel qué normas están en vigor en un sitio concreto. El bombardeo de contradicciones es tal que si se saca el tema en una conversación la discusión está garantizada.

El problema es cuando esa falta de estabilidad se traslada a los gabinetes. Se nos había dicho que la verdadera democracia estaba en los pactos de gobierno. Que mejoraban las cosas al sumar las aportaciones de todos. Pero visto lo que ocurre en La Moncloa o en el Consejo de Gobierno de la Junta le viene a uno a la memoria el tópico del camarote de los Hermanos Marx. No hay sitio para tanto ego en las mesas que semanalmente deciden nuestras vidas. Se dictan —nunca mejor dicho— las cosas con una sensación de caciquismo, de demostrar quién manda más, de desairar al otro... y ambos casos con los presidentes —Sánchez y Mañueco— comiéndose los sapos sin exhibir un mínimo pudor.

La penúltima batalla vivida a cuenta de la reapertura de Castilla y León pone en evidencia la fractura entre el cerrazón ciudadano y el pragmatismo pepero . Las nuevas normas fijan ahora como criterio las plazas en las ucis. Si tan importante eran cabe preguntarse por qué no se ampliaron desde aquel lejano marzo en el que estalló todo. El dilema salud/economía lo crean ellos. Lamentablemente la uci sólo tiene dos salidas. Parece que animan a desear que se vacíen para poder reabrir el trabajo...

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