Diario de León
Publicado por
José Antonio Martínez Marín
León

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Es triste, pero parece que los ciudadanos estamos desaprovechando la oportunidad de respaldar a Garzón y con él algunos de los senderos que como juez había marcado muy visiblemente. El potencial que pareció haber en internet, por ahora sigue en gran parte ahí, dentro de internet, y cada vez más embarullado y mediatizado por intereses diferentes a la defensa del juez. La responsabilidad de denunciar que en este país se elude la aplicación de leyes legítimas, ahora ya con el temor de que se excluya a quien lo intente, y de reprobar la elección de representantes sospechosos de corrupción es nuestra, y el mejor legado de un Garzón cuya continuidad profesional deberíamos defender con independencia de otros casos suyos y otras causas nuestras. __________________________ Los objetivos de los medios de comunicación conservadores a favor de la inhabilitación de Garzón no precisan ninguna aclaración. Sin embargo, también medios progresistas están alegando algunas actuaciones judiciales de Garzón en su contra. En efecto, las actuaciones que mencionan son controvertidas en España y no todos los que coincidimos sobre la necesidad de investigar los crímenes franquistas tenemos la misma opinión de ellas. Pero es precisamente por la diversidad de las actuaciones de este magistrado por lo que parece que a la persecución que padece no se han apresurado a oponerse algunos de nuestros partidos nacionalistas, el PSOE descalabrado por los casos GAL y Pretoria, el PP empecinado en arrostrar el caso Gürtel, la Iglesia que quizás no tenga interés en que se investigue la represión durante el franquismo ni algún otro poder fáctico que va a quedar fuera de esta gozosa lista. Pero, dejando aparte esas posibles intrigas, estoy de acuerdo con alguno de los críticos progresistas en que Garzón no es ni podía ser, añado yo la justicia utópica encarnada, ni un gran pensador o un venerable santo intachable, por lo que no ha podido ser adoptado como abanderado o líder incontestable, pero confío en que no sea esto último lo que estemos esperando. En lo que a los ciudadanos nos concierne, Garzón ha actuado como un funcionario que en el desarrollo de su cometido no ha eludido investigar a agentes de poderes que tenían la capacidad de reaccionar arruinando su carrera profesional. Y no se ha expresado en foros virtuales como muchos de nosotros, sino en el ejercicio de su profesión, arriesgándola y al final, según empieza a parecer, siendo apartado de ella. Es innegable que en cuanto a las desapariciones forzadas, asesinatos y secuestros perpretados por el franquismo inició una causa reconocida internacionalmente como justa. El apoyo desde fuera de España ha sido a la vez abrumador y esclarecedor, y esperemos que se haga pública una lista de los organismos, instituciones y asociaciones que lo han expresado. Por esta actuación suya y por la de haber juzgado algunos importantes casos de corrupción aunque, insisto, no alcanzó a ser el dios que la erradicara, es por lo que creo que los ciudadanos de este país nos deberíamos haber volcado en su apoyo, manifestándonos quizás muchas veces y exclusivamente para exigir que no fuera suspendido. Hay que reconocer que no ha sido así, por lo que ahora cabe dudar que, de no haber sido por su actuación pionera y arriesgada, en este país hubiera suficiente movilización ciudadana no respuestas a encuestas de opinión ni buena disposición a pulsar me gusta en páginas de redes sociales, que eso sí hay para arrancar actuaciones equivalentes de unos poderes del Estado, según parece, reacios. Así que creo que no estaría mal estarle agradecidos. El caso es que todo el potencial que pareció haber en internet, por ahora sigue en gran parte ahí, dentro de internet, y cada vez más embarullado y mediatizado por intereses diferentes a la defensa del juez. Y es mejor decirse la verdad si uno quiere comprender, no rehuir, lo que ha estado ocurriendo: a la calle no ha salido demasiada gente en muchas ciudades españolas. Quizás porque se han mezclado torpemente o bien casos diversos o bien reivindicaciones diversas y, sobre todo, porque tenemos otras prioridades. Y conviene reflexionar sobre esto último porque a partir de ahora será difícil seguir creyendo que la participación activa de los ciudadanos en cuestiones políticas sea escasa porque estemos desencantados. En este asunto no cabía aducir el consabido tópico al que tan cómodamente hemos llegado porque nos exime de responsabilidad. Es triste, pero parece que los ciudadanos estamos desaprovechando la oportunidad de respaldar a Garzón y con él algunos de los senderos que como juez había marcado muy visiblemente y, por lo tanto, es muy probable que sigamos sin que se apliquen leyes legítimas y que asistamos a la elección de representantes sospechosos de corrupción en un sistema progresivamente envilecido. ¿Por cuánto tiempo? No lo sé, pero en cualquier caso la responsabilidad es nuestra, no de Garzón.

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