Diario de León

UNA HISTORIA DE AMOR PARA SAN VALENTÍN

Publicado por
Lucía Díez Cadavid
León

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El pulso entre amor y consumismo es el debate, que cada 14 de febrero, gana defensores y detractores en un día que, impasible para unos y especial para otros, no deja indiferente a Cupido en una de las épocas de mayor demanda de afecto. Consumismo versus amor La recurrente crítica del consumismo, como argumento para anular el poder de Cupido cada 14 de febrero, hace mella en la sociedad actual, que lejos de aprovechar este día como excusa para expresar los sentimientos más profundos, naufraga en la apariencia y el materialismo. La píldora diaria Sería fantástico, y desde luego, utópico pretender que todos los días fuera San Valentín. El estresante ritmo de vida, las obligaciones laborales y las preocupaciones, no reservan mesa para recordar cada día la importancia de mantener un equilibrio emocional estable. Un equilibrio que ha de alimentarse con caricias, gestos de complicidad, sonrisas, besos y abrazos. Poder expresar esa capacidad de amar, todos los días, como si fuera el último. Pasado, presente y futuro en las lides amorosas Tanta sensibilidad se ha puesto de manifiesto innumerables veces en películas de cine, grandes obras de la literatura, de la música y del teatro, donde morir, vivir, respirar y soñar tienen un denominador común: el amor. Un sentimiento tan demandado, incluso en una sociedad tan impersonal como la actual, que entreteje las redes sociales con los hilos de amor para concertar citas a ciegas, que en ocasiones consiguen infundar la esperanza de haber encontrado la media naranja. Y todo por la necesidad de amar y ser amados. Las flechas de Cupido y efectos secundarios Por tanto, ¿quién no querría ser alcanzado por una de las flechas de Cupido? Si hace diana en el corazón, los efectos secundarios, serían motivo de redacción en prospectos farmacéuticos. Cosquilleo en el estómago, taquicardia, elevación de la temperatura corporal, sudoración, ación de la concentración, que en casos superlativos, modifican la conducta del enamorado, hasta realizar actos irracionales. Abstenerse pacientes con falta de sensibilidad y alta concentración de egoísmo. Las consecuencias de enamorarse Tal estado de embriaguez emocional termina pasando factura en la propia naturaleza de la persona, que analiza las situaciones cotidianas desde un punto de vista más amable y tolerante, en el que todo lo que le rodea pasa a formar parte de un segundo plano al ser destituido por el sentimiento de euforia, energía y pasión. No se es mejor persona por estar enamorado. Sólo que esta energía debidamente canalizada, facilita la superación de cualquier reto de la vida con una actitud mucho más madura y positiva. Con todo ello, ¿se puede condenar querer hacer apología del amor un día al año? ¿Es lícito pensar que este sentimiento tiene una sola vía de expresión a través del consumismo? ¿Quién se atreve a renunciar a este sentimiento? ¿Quién no quiere una historia de amor para San Valentín?

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