Diario de León
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León

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Tengo los recuerdos en una nebulosa aunque lo cierto es que fue hace mucho tiempo. Databa el año de 1970. Yo aún no tenía los 10 años. Estaban poniendo el primer ladrillo, la primera viga de hierro y el primer cemento con el que se empezaba a dar forma a una fábrica de piensos. La estaban haciendo en Hospital de Orbigo, más exactamente en Puente de Orbigo, era Nanta, aunque en la zona era conocida como la fábrica de piensos de Hospital. Desde la ventana de la cocina pude ver como se iba haciendo poco a poco. Pude ver como el primer camión con el que se sirvió el primer pienso que allí se fabricó, lo llevaba mi padre y que poco más tarde era mi madre quien se encargaba de dicho transporte. A mis hermanos y a mí también nos tocó trabajar en ese lugar. Sin duda alguna, esa fábrica de piensos era parte de nuestra vida, reíamos cuando fabricaban más o algo nuevo, y nos enfadábamos cuando se averiaba. Hubo un verano como éste, en la misma década de los 70 donde para que fuera viendo lo que era trabajar, tuve que pintar aquellas paredes, con el pensamiento puesto en el río para ir a bañarme con los amigos. Pinté tan rápido para acabar antes que fue excesivamente rápido, tuve que darle una segunda mano (en aquella época !!!) Bueno, sino recuerdo mal, me dieron la propina. Después allí trabajaron muchas personas del pueblo y de los alrededores. Cuando, con el paso de los años, regresaba a Hospital, mucho antes de llegar ya se veía la torre de la fábrica, era como un faro que anunciaba la presencia de la localidad. Esa fábrica era omnipresente, se veía desde cualquier lugar, se veía desde la ventana de mi casa. Esta semana circulando hacia Hospital ya no se veía la torre, ya no se veía la fábrica, apenas si quedan cuatro hierros y cinco ladrillos. Quizás mañana o pasado mañana ya no quede ni eso, la están derribando. Se me retuerce el estómago y mis ojos se humedecen, a pesar de que sólo son hierros y cemento. Tengo ese sentimiento extraño de haber perdido algo que era un poco de todos los de Hospital y Puente de Orbigo, un poco mío. Desde la ventana de mi casa ya no se ve la fábrica. Adios.

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