Diario de León
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León

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Corrían los años 70 cuando entre carreras e incertidumbres muchos de nosotros leíamos como tabla de salvación para nuestra incipiente juventud, "El Libro Rojo del Cole" y hoy, tras el paso del tiempo y la comprobación de la mentira de redención de muchos de quienes, como yo, en aquel entonces hicimos de él ideal y posteriormente, con el paso del tiempo hemos comprobado con incredulidad aquellos que un día conocimos manifestando su indignación cómo hoy aquellos ideales han mutado en sometimiento de otros jóvenes a sus intereses corporativos o cómo los hombres son capaces de vender sus ideales o cambiarlos por poder y dinero, me hace ver que aquellos ideales de juventud eran tan sólo un trampolín en manos de la ambición y, a veces, hasta de la usura. Que se encuentran casi siempre sometidos al ansia de poder y dinero. A pesar del paso del tiempo, por su actualidad, quisiera hoy volver a retomar su Prólogo porque parece seguir hablando de nosotros, de nuestros problemas y que tal vez haya que volver a hacer que corra como la pólvora de mano en mano, hoy tal vez por la propia red, para seguir manteniendo vivo el espíritu de inquietud que ha de exigirse a la juventud. Y es que nuevamente aquellos que ayer se sentían marginados, los que eran acusados de inmaduros; quienes no tenían edad para hablar de temas "transcendentes" son los mismos que reproducen con su política estos comportamientos que hoy pintan de recortes y prevaricaciones. Comenzaba ya en la introducción con este párrafo demasiado elocuente: "Los adultos son tigres de papel". "Es inútil, nunca podremos hacer nada, los adultos son los que mandan (quienes por entonces éramos jóvenes) y los jóvenes no tenemos ninguna posibilidad de decir nada importante. además, la mayoría de nosotros o tiene miedo (porque depende de un "enchufe") o pasa de todo". Parece que no hubiese pasado el tiempo o, en todo caso para que aquellos inquietos jóvenes hayan olvidado que un día lo fueron. Tal vez sea eso, que los adultos organizados en partidos y sindicatos adyacentes tengan demasiado poder sobre los jóvenes y por eso éstos prefieren largarse al no confiar en sus propias fuerzas ni en el mismo sistema democrático. Se sienten sometido, dominados, preparados para la huida, o simplemente, como dice el Prólogo del mismo libro "domados en su juventud". Llevan una vida demasiado conformista o han perdido su capacidad de rebelarse. Se sienten, como entonces, atrapados e impotentes y se ven obligados a someterse al sistema dominado por fuerzas de la economía y de la política que intentan manejarlos para sus objetivos partidistas porque conocen, por experiencia, el peligro de la juventud indignada. Como entonces, en los años 70, como denuncia el libro, se somete a los jóvenes, yo diría que a todos, con las mismas armas: TV., prensa, cine, radio, futbol, chantajes, miedos y otras muchas armas para que no constituyan nunca un peligro para el sistema. Somos los adultos quienes nos constituimos, como entonces, en ángeles guardianes de nuestros jóvenes. Les pedimos que sigan siendo buenos, conformistas, que no alcen la voz porque pueden caerse del sistema para siempre. También vendrá la justicia a decirnos, como ayer, que "sus justos deseos" serán atendidos a su debido tiempo y por quien corresponda sin darse cuenta que la juventud se aja con demasiada rapidez. "Pero vosotros debéis saber que los verdaderos cambios sólo se producen cuando los interesados los llevan a cabo y los imponen. Sólo vosotros podéis decidir lo que os interesa cambiar y cómo queréis hacerlo. Sólo el que sufre una opresión puede quitársela de encima". Como ayer, también os dirán que la indignación, los conflictos, son cosas malísimas, pero no olvidéis que éstos son tan sólo malos si se producen en contra de vuestra propia voluntad o para ello es necesario recurrir a la violencia. Analizando este sencillo y clarificador prólogo de "El Libro Rojo del Cole", proscrito, por entonces, nos da idea de cómo son capaces de cambiar las gentes que entonces se proclamaban tan inquietas y ahora tan dependientes de sus propios principios presos en férreos ideales políticos tan manipulados. Parece que la historia se repite demasiado ¿No lo creen?. Benjamín Charro Morán Marzo, 2013

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