Diario de León
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JESÚS (¡ ESTA!) VIVO 5/04/2015 Francisco Iglesias Carreño * Del Instituto de Estudios Zamoranos Florián D´Ocampo De la “igualdad entre las personas y los Pueblos” pasamos, ¿cómo no?, a “otra” de “las ideas de Jesús” que, aunque parece que es diferente, es una consecuencia, en nuestro parecer, de la anterior, ya que si “todos somos hijos de Dios” es obvio y fijo que entre nosotros, entre las personas y los Pueblos, hay una “relación de fraternidad”. Esta “idea de Jesús” debió de ser de amplio impacto en su época, como posteriormente e incluso ahora. Pensemos en la relación Norte Sur o en algunas posturas respecto a la emigración,… a los vascos, los catalanes o que decir de lo nuestro propio: los leoneses. Podemos con “las ideas de Jesús” ser de “Pueblos distintos” que tienen “diferentes señas de identidad”, pero, como señalábamos en otros momentos, somos de “una única raza”: LA RAZA HUMANA. Decíamos, ya en 1993, que las diferentes Regiones Históricas de España-nuestra Nación- nos ubican en los “Pueblos” que la forman-que como es sabido no se corresponden con algunas inventadas Comunidades Autónomas- y estos se unen con los demás Pueblos de América, África,… del Mundo, formando un abigarrado conjunto de Hechos Diferenciales sustentados por “individuos que son iguales”. Estas ideas se pueden tener por un análisis antropológico, pero también, con la apoyatura de “las ideas de Jesús”, por un hacer religioso, y los cristianos podemos y debemos conjuntar ambas líneas de actuación. La Semana Santa en cuanto incide sobre la “vida de Jesús” no puede ni debe quedarse, para los cristianos, en una manifestación cultural, estética o plástica que coincida o no con los gustos o las modas de la época y del momento coyuntural, que pudiera estar ligada a negocios o situaciones-por ejemplo políticas- de cualquier índole, con independencia de la posible legitimidad de los mismos. Los cristianos tienen que actuar en las ocasiones, pero no ser solo de las ocasiones, es decir, tienen que estar en la coyunturalidad de los momentos pero no ser solo, ¡en exclusiva!, de los momentos. Los cristianos tienen que actuar, desmonopolizadamente, con sentido de la trascendencia en base a “las ideas de Jesús”. La Semana Santa no es algo que concluya en si misma, y menos aún que este inevitablemente ligada a una representación escénica que, a nosotros, como legado de nuestros antepasados, nos atrae sobremanera, conmueve y revitaliza, pero que, también, y en ello está la clave, nos renueva en nuestro compromiso cristiano individualizado y grupal por “las ideas de Jesús”. La Semana Santa concluye con un colofón incuestionable para los creyentes, cual es “la resurrección de Jesús”, ya que ahí, precisamente con esa ocasión cimera, “unimos” todas aquellas “ideas de Jesús” con algo supremo, que solo Dios controla, que es la vida. Así “nuestro (de todos) Jesús”, que ha sido condenando injustamente, torturado sin piedad y crucificado como un reo, alcanza, en nuestra opinión, su total dimensión divina. La Semana Santa nos tiene que dar, ¡a todos!, la clave de nuestro futuro “en la permanencia de Jesús entre nosotros”, en su ligazón permanente con quienes por él somos considerados “hijos de Dios” y “hermanos en el Señor”. Para los cristianos la Semana Santa es un paso, uno más de la “plenitud de vida de Jesús”. De esta Semana Santa, como de las pasadas y de las D.m. venideras, debemos sacar, como postulación transcendente/mayestática/fundamental, lo que desde el rescate de nuestra memoria infantil tenemos asumido e interiorizado. Sí: “Jesús (¡esta!) vivo”, y esta vivo para las personas y los Pueblos, para los de cualquier condición, situación o ubicación geográfica. Esa es la comunicación firme, ese es el mensaje de “nuestra Semana Santa” que vamos a trasmitir, cual es “ la permanencia viva de Jesús en los tiempos”.

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