Diario de León

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Los animales que estaban fuera miraban a un cerdo y después a un hombre, a un hombre y después a un cerdo y de nuevo a un cerdo y después a un hombre, y ya no podían saber cuál era cuál».

El jueves murió Julio Anguita. Todo lo contrario a un cerdo. Si tuviéramos que comparar al profesor con uno de los animales de la granja sería Boxeador, el caballo que nunca dejaba de trabajar, el que cada tarde repetía ¡Mañana trabajaré más duro!, el que creía que la promesa de  Bestias de Inglaterra  se cumpliría. Bestias de Inglaterra y bestias de Irlanda/ bestias de todo clima y país, oíd mis alegres nuevas/que anuncian un futuro feliz. Se lo creyó hasta el final pero, no sólo eso, vivió como pensó o, mejor, vivió como pensaba que se debía vivir: ¡Por ese día todos debemos trabajar/aunque muramos sin verlo amanecer!

Orwell imaginó una gran pared de alquitrán en la que se disponían los deberes de todos los animales, esos que ninguno podía incumplir y cuyo objetivo era no asemejarse a los hombres.

Sin embargo, año tras año, mientras los animales envejecían y morían, las palabras del muro perdían palabras y adquirían otras nuevas. Nadie poníanen duda los cambios en los mandamientos porque se hacía en beneficio de todos los animales. Vistalegre tras Vistalegre, nadie ha osado criticar los cambios en el código ético ¿saben por qué? Porque la valentía, como decía Chillón, no basta. Lo importante de verdad son la lealtad y la obediencia. Y así, congreso a congreso, Vallecas ha dejado de ser un buen lugar para educar a los niños, así, discurso a discurso, la limitación de mandatos ya nunca más tendrá sentido y el poder será un fin en sí mismo, así, congreso tras congreso, hemos decidido que tres salarios mínimos no son suficientes para que algunos puedan hozar en su vida como merecen. Pobre Anguita. Boxeador nunca dejó de creer que le llegaría la jubilación pero, al final, Willingdon, matarife de cueros y harina de huesos, se lleva su carne muerta... junto a sus esperanzas.

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