Diario de León

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Lo digo en francés porque la Diputación se ha convertido en un  menáge a trois.  Cada mes sale Luis Mariano Santos para avisar a Cendón de que esto va mal, de que si no se cumple lo pactado, Matías —que sigue sin ver tempero— puede revolverse y morder la mano que le da de comer. Después, aparece Castañón para recordar que el PP sigue pasando por ahí.

No se da cuenta el secretario general de los leonesistas de que el diputado Javier Alfonso visitaba los despachos no para hablar de Torneros sino de su terreno particular, el que finalmente se le ha deslizado como agua entre las manos. No hay que mostrar tanto énfasis, que cuando te ven las intenciones... Me cuentan que ya se barruntaba que la cosa se conjugaba en femenino e intentó segarle los pies a Andrea Fernández —cosas de la cuota— para que la cremallera no cambiara de dirección. Al final, ahí la tienen, a la izquierda de Lastra, en el sitio que antes ocupaba Carmen Calvo en la secretaría de Igualdad. «Va directa a un ministerio», dicen.

Alfonso Fernández Mañueco tampoco quiere que lo del autonomismo se le desmadre demasiado, así que nos suelta que la descentralización va de que todos los ciudadanos tengan los mismos derechos, y eso después de cerrar consultorios y quedar con Eduardo Morán & cia en que si los pueblerinos quieren banda ancha, que se la paguen, que es en realidad de lo que va el plan de cobertura digital en los pueblos.

El Estado se deconstruye a marchas forzadas mientras la ola del hartazgo crece y amenaza con convertirse en un tsunami. Decía Thomas Jefferson que las leyes son para los vivos, pero ocurre que los políticos actúan en modo zombie, sin darse cuenta de que un partido sin debate interno es un engendro muerto, que sí, que aguantará porque la marca resiste, pero llegará un momento en el que la gente no les verá. Hay una España desolada por los grandes núcleos de poder. Sin sanidad, sin bancos, sin escuelas y sin cineclubs, una nueva clase social formada por las afueras de un país que ha abdicado de sí mismo y que antes o después se rebelará.

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