Diario de León

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Les tenemos que reconocer que al menos se lo preparan mejor, pero chirría mucho que nos saquen las glorias viejunas en cada provincia que visitan para demostrar no se sabe muy bien qué, o si. El discurso es calcadito; da igual que visiten Burgos — «El Cid volverá a cabalgar por Castilla»— que vengan a León, donde Macarena Olona recordó a la Dama de Arintero; y se limitan a explicar que los dos territorios más leales con España se han convertido en los más castigados. Rara manera de confluir hacia el final de las autonomías es crear agravios en la única comunidad que se difumina de manera perfecta en la esencia nacional.

Vox quiere hacer ahora lo mismo que intentó Rodolfo Martín Villa en plena transición cuando —con la ayuda de los socialistas asturianos— nos condenó a disolvernos en Castilla la Vieja con el fin de enfrentar la nueva entelequia administrativa con los nacionalismos vasco y catalán.

El problema es que si no les salió bien entonces... a no ser que de lo que se trate sea de espolear esperanzas inútiles en un país en el que todos están por crear un estado federal. Porque de lo que hay que hablar es de todo lo que ha perdido León en los últimos 40 años, no en los más de mil que siguieron a los grandes reyes de León. Por lo demás, el Cid fue un héroe para los musulmanes, a los que dirigió en numerosas campañas. Sirvió a las taifas de Zaragoza y siempre protegió a los habitantes de la Umma de los creyentes.

¿Qué posibilidades tiene León de prosperar sin la posibilidad de tomar sus propias decisiones? Ninguna. Con cualquiera de los partidos nacionales que se presentan todo seguirá igual y el polo industrial y económico de esta parte del país seguirá en Valladolid. Da igual que allí no haya ningún referente histórico en el que fijarse para los mítines porque tiene todo el futuro por delante. Aunque, si lo pensamos bien, ahí está el duque de Lerma, que se convirtió en el potentado de España cuando compró Pucela y se llevó allí la Corte. Como ahora.

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